El gesto de Elon Musk ha acaparado foco mediático en los días del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. | Redacción Digital

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Elon Musk, conocido magnate y cercano colaborador de Donald Trump, vuelve a estar en el ojo del huracán tras unas recientes declaraciones de su padre, Errol Musk. En un podcast divulgado recientemente, Errol desveló supuestos antecedentes familiares que han generado controversia. Según él, los abuelos maternos de Elon habrían estado involucrados con el partido nazi en su Canadá natal, y posteriormente se habrían trasladado a Sudáfrica movidos por una suerte de admiración por el régimen de apartheid que abolió Nelson Mandela.

La revelación ha removido las aguas en torno a la figura de Musk, especialmente por su conocido apoyo a figuras y movimientos políticos controvertidos, como ciertos sectores de la extrema derecha en Alemania. En recientes declaraciones, Musk quitó hierro a las acusaciones que lo asocian frecuentemente a personalidades vinculadas a ideologías extremistas, afirmando que «cansa el ataque de que todo el mundo es Hitler». Sin embargo, las palabras de su progenitor han resucitado preguntas sobre la influencia de sus raíces en su visión política actual, y más tras el polémico gesto en el Capitolio cuando lanzó al viento algo demasiado parecido al saludo nazi en un momento de exaltación y máxima intensidad emocional.

Elon Musk y su relación familiar

Las tensionadas relaciones familiares del magnate no son una novedad en el ámbito mediático. Especialmente, su vínculo problemático con su hija trans, Vivian Jenna Wilson, quien decidió cambiar su apellido y alejarse de la figura paterna hace unos años. Esta ruptura se produjo en un contexto donde las políticas de derechos LGTBI bajo el mandato de Donald Trump desatan temores, críticas y respuestas divididas a lo largo y ancho del país. De hecho es bien conocido el repudio de Elon Musk a su hija transgénero, quien nació en 2004 junto a su hermano gemelo Griffin.

Aunque su nombre era Xavier Alexander, la joven rompió relaciones con su padre hace algunos años y se cambió de apellido. Tras la victoria de Donald Trump en las presidenciales y la presumible deriva de Estados Unidos, la joven anunció que se mudará a otro país donde los obispos no deban pedir clemencia a los dirigentes en relación a los derechos de las personas LGTBI.

Por el momento, mientras deja que el torbellino de declaraciones amaine, el propietario de Tesla, SpaceX o X centra sus energías en su enfrentamiento dialéctico con el canciller alemán Olaf Scholz. Las elecciones alemanas inminentes se preparan bajo la incertidumbre del avance de la opción extremista de Alternativa para Alemania (AfD), que podría alterar sobremanera los equilibrios actuales en el parlamento federal (Bundestag).

Elon Musk no ha escatimado palabras críticas hacia Scholz, y el actual panorama político añade un desafío más a la ya compleja carrera electoral del jefe de gobierno germano y candidato socialdemócrata, que pretende hacer frente al auge del partido conocido por su postura ultranacionalista y contraria a la inmigración. Piezas como Musk, que adoptan posturas con resonancia internacional, parecen contribuir a la elaboración del caldo de cultivo político para un cambio de régimen.

Por un lado, ilustran la importancia de las conexiones externas y sus influencias; por otro, generan un ruido mediático adicional que los partidos tradicionales deben sortear con destreza. Más allá del revuelo ocasionado por las palabras de Errol sobre su vástago, la sombra de las pasadas elecciones estadounidenses y la victoria sin paliativos de Trump sigue presente en los análisis y predicciones de expertos sobre las capacidades de Scholz para mantener su coalición multipartita en el poder de la primera economía de Europa. La figura de Musk, impredecible, intrépida, y un tanto desaforada implica un foco extra de atención que alimenta el actual clima de polarización a escala internacional.