De 67 años, ha ejercido anteriormente como ministro de Defensa y de Agricultura y Pesca, además de como secretario general del conservador Partido Liberal Democrático (PLD) que lidera por ahora Fumio Kishida. Ishiba será su sucesor al frente de una formación que ha intentado presidir sin éxito hasta en cuatro ocasiones anteriores, y en la que siempre ha gozado de una notable popularidad entre sus bases, aunque hasta ahora no había sumado los necesarios respaldos parlamentarios.
Su victoria ha sorprendido a muchos analistas en Japón que esperaban la victoria de uno de los otros dos principales favoritos en estas primarias: Sanae Takaichi, heredera ideológica del histórico ex primer ministro Shinzo Abe, y el mediático Shinjiro Koizumi, hijo del popular exmandatario Junichiro Koizumi.
De haber ganado, Takaichi se habría convertido en la primera mujer en liderar Japón, mientras que Koizumi, de 43 años, habría sido el más joven en ocupar el cargo. Ishiba representa un perfil más rupturista con el ala conservadora del partido que ambos aspirantes, y un distanciamiento con la omnipresente figura de Abe. El exmandatario, asesinado en 2022, fue uno de los principales rivales políticos de Ishiba durante toda su trayectoria. Considerado un experto en asuntos de defensa y exteriores, es autor de varios libros en esta materia y coleccionista de miniaturas de aviones y barcos de guerra.
Durante los debates de campaña para estas primarias, Ishiba situó a la cabeza de sus prioridades hacer frente a la compleja situación de seguridad de Japón ante el auge militar de China, la guerra de Ucrania o los desarrollos armamentísticos de Pionyang. Ishiba ha presentado algunas de las propuestas más llamativas en este sentido, entre ellas revisar el acuerdo de seguridad con Estados Unidos para hacerlo más equitativo y «mejorar la situación de seguridad regional», o impulsar una OTAN asiática. «Nos urge crear un mecanismo de defensa colectiva», afirmó durante una de sus intervenciones, en la que además dijo que si se produce «una emergencia en Taiwán», también supondrá «una emergencia para Japón».
En cuanto a Estados Unidos, ha defendido un mando conjunto para las tropas estadounidenses estacionadas en Japón y las Fuerzas de Autodefensa (Ejército) niponas, y al mismo tiempo ha reafirmado la importancia de la colaboración con Washington y de mejorar la cooperación a tres bandas con Corea del Sur. En materia económica, apuesta por revitalizar las zonas más despobladas de Japón y más castigadas por el acelerado envejecimiento demográfico, entre ellas Tottori (oeste), prefectura donde tiene raíces. En el mismo sentido, ha destacado la necesidad de dar un nuevo impulso a industrias tradicionales de las zonas rurales de Japón como la agricultura, la pesca, la explotación forestal o los servicios.
También se ha mostrado favorable a potenciar más las energías renovables y a reducir el peso de las nucleares en el mix energético del país, aunque sin dejar de contar con las plantas atómicas que se han ido reactivando tras el apagón nuclear posterior al accidente de Fukushima en 2011.
¿Un líder de futuro para Japón?
Ishiba es hijo de un exgobernador de Tottori y exministro de Interior, y en 1986 se convirtió con 29 años en el diputado más joven de la Cámara de los Representantes de la Dieta (Parlamento nipón).
Su carácter cercano y abierto le hace caer bien entre la ciudadanía, al compartir a través de actos públicos o de las redes sociales aficiones como las antes citadas o como su gusto por el 'ramen', los gatos, los trenes o el curry japonés. Está por ver si este talante, unido a su promesa de reformar la normativa de financiación política tras los escándalos que han sacudido a su partido y hundido al Gobierno de Kishida, le bastará para recuperar la confianza de los ciudadanos en el PLD de cara a los próximos comicios generales que Ishiba convocará una vez sea ratificado como primer ministro.
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