Miembros del grupo de los fundamentalistas y seguidores del movimiento salieron a las calles izando la bandera blanca inscrita con el Shahada, símbolo del autodenominado Emirato Islámico de los fundamentalistas, para celebrar lo que denominaron como «la conquista de Kabul» tras casi dos décadas de invasión estadounidense.
A las celebraciones de los fundamentalistas sucedieron las críticas de activistas en favor de los derechos humanos, que tildaron la fecha de la entrada de los entonces insurgentes a Kabul como «un día negro en la historia de Afganistán», indicó en un comunicado la Red de Participación Política de Mujeres de Afganistán.
Ese día, el pueblo de Afganistán perdió sus 20 años de logros y el país fue entregado «a un grupo extremista a través de un cruel acuerdo de Doha», agregó el escrito. En un evento conmemorativo para la ocasión, el viceprimer ministro de asuntos administrativos del gobierno talibán, Abdul Salam Hanafi, culpó a EE.UU. de los crímenes cometidos en las dos décadas de invasión, y que llevaron al país al borde del desastre.
«Martirizaron a miles de afganos y convirtieron a cinco millones en adictos a las drogas», dijo Hanafi durante su participación en el evento, que contó con la participación de los ministros de Minas y Petróleo, Información y Cultura, Desarrollo Urbano y otros altos funcionarios del gobierno talibán en Kabul.
La oficina del portavoz del Gobierno de los talibanes, por su parte, insistió en un comunicado que el país asiático no va a permitir que ningún invasor vuelva a amenazar la independencia y la libertad de Afganistán. «Los invasores en este país han fracasado y no pueden imponer su régimen arbitrario por la fuerza y conspiraciones», sentenció
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