Vista general del cementerio de la localidad de Bucha con cientos de tumbas de personas exhumadas como NN (sin nombre). | Gervasio Sánchez

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La vida cotidiana transcurrió en Kiev y en amplias zonas del país con una calma inusitada durante todo el fin de semana. El sonido de las alarmas sólo se escuchó algunos minutos y no se produjo ningún ataque con misiles o, al menos, no consiguieron alcanzar sus objetivos. Los restaurantes recibieron a sus clientes con bastante entusiasmo. Los civiles alejados de los frentes de batalla pudieron pasear por las calles y disfrutar de temperaturas cálidas tras días de intenso frío. Como en cualquier ciudad europea durante un fin de semana apacible.

En la última semana, el Kiev de la alfombra diplomática fue visitado por importantes políticos mundiales y europeos entre ellos el presidente de EEUU, Biden y el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez. El tono declarativo subió de tono tras el discurso realizado por el presidente ruso, Vladímir Putin ante el Parlamento en Moscú. Las amenazas rusas fueron contestadas por los responsables estadounidenses con mensajes que sonaban a «ni un paso atrás». Los diplomáticos chinos presentaron un plan de paz peor recibido por los responsables de la OTAN y la UE que por el Gobierno ucraniano.

Por fin, miles de personas se manifestaron en varias capitales europeas por la paz en Ucrania coincidiendo con el primer aniversario del inicio de la invasión rusa. El grito de ‘no a la guerra', desplegado en Europa, más de un mes antes de iniciar la guerra de Irak de 2003, ha tardado en aparecer un año después de iniciarse el conflicto más internacional y global que se produce en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Ya ha pasado un año del inicio de la guerra a gran escala con la invasión de 150.000 soldados rusos armados con material blindado después de ocho años de conflicto de baja intensidad en el Donbás tras el apoyo de Rusia a los separatistas prorrusos y la anexión de Crimea, en 2014. Y no hay perspectivas de un final a corto plazo.

Las columnas invasoras entraron por Bielorrusia y llegaron hasta los alrededores de Kiev, por la frontera rusa hasta las puertas de Jarkiv, y desde Crimea, intentaron llegar hasta Odesa. Días antes, el presidente ruso, Vladímir Putin había reconocido los territorios separatistas del Donbás y reforzado a sus partidarios con miles de soldados y armamento pesado.

Durante el primer año de guerra se produjeron varias ofensivas y contraofensivas entre los contendientes. La intensidad de los bombardeos destruyeron parte de la infraestructura ucraniana y decenas de miles de edificios civiles quedaron derruidos.

Los daños son incalculables y cuantificar las pérdidas en vidas es muy difícil porque ni Rusia ni Ucrania han dado cifras de bajas militares cuando el reclutamiento es forzoso entre la población masculina entre los 18 y los 60 años en territorio ucraniano y hasta los 45 en el ruso. Rusia ha lanzado unos 5.000 misiles contra Ucrania, un millar de ataques con drones y otros 3.500 ataques con proyectiles de gran calibre desde aeronaves, según declaraciones del general de brigada Oleksiy Hromov, del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Ucranianas. Rusia controla el 18 % del territorio ucraniano aunque llegó a desplegarse sobre el 27 %, más de una cuarta parte de Ucrania, un mes después de la invasión del año pasado.

Los crímenes de guerra se suman por decenas de miles, incluidas múltiples agresiones sexuales y las muertes superan las 8.000, según el cómputo de la ONU, aunque es muy posible que sean muchas más a no haber sido supervisadas zonas donde todavía se combate diariamente o están ocupadas por tropas rusas. Un 40 %, es decir unas 3.300, de estas muertes se produjeron en el primer mes de la invasión. El número de civiles heridos superan los 13.200.

El último recuento de Rusia de septiembre de 2022 hablaba de casi 6.000 soldados muertos mientras que las bajas militares ucranianas serían unas 9.000, difundidas en agosto. Desde entonces silencio absoluto por parte de ambos ejércitos. El Ministerio de Defensa británico asegura que entre 40.000 y 60.000 soldados rusos han muerto, a los que hay que sumar otros 140.000 heridos. Fuentes occidentales hablan de unos 100.000 soldados ucranianos muertos o heridos.

El drama humanitario afecta en la actualidad a más de ocho millones de refugiados, según el alto comisionado de Naciones para los Refugiados. Unos cinco millones de ucranianos, que huyeron temporalmente del oeste del país, han regresado cuando los frentes bélicos se han estabilizado en el este de Ucrania. Millones de ucranianos viven distribuidos por 40 países de Europa y Asia central. En Rusia hay casi tres millones de refugiados, 1,6 millones en Polonia y cerca de un millón en Alemania.

En 2023, casi cinco millones y medio de ucranianos siguen viviendo como desplazados tras la destrucción de sus casas. En mayo este número superó los ocho millones. Más de 17 millones de ciudadanos ucranianos dependen de la ayuda humanitaria.

La Facultad de Economía de Kiev ha evaluado en 130.000 millones de euros el daño causado a las infraestructuras ucranianas por los continuos bombardeos. El producto interior bruto ha caído un 33 %. Los fondos de emergencia aprobados por el Congreso de EEUU o en ayudas directas por el gobierno de Biden para Ucrania superan los 180.000 millones de euros, la mitad en armas y entrenamiento de tropas y el resto en ayuda humanitaria. La UE ha entregado otros 55.000 millones de euros y 13.000 millones de euros el FMI, el Banco Mundial, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo y otros donantes no gubernamentales.

Tras ofensivas y contraofensivas muy violentas y con un coste altísimo en vidas, el frente bélico lleva estabilizado varias semanas. Los dos ejércitos apenas han conseguido avanzar sus posiciones desde noviembre cuando los rusos se retiraron de Jersón.

EEUU anunció el envío de 31 tanques Abrams a Ucrania y ya ha comenzado el entrenamiento de las dotaciones ucranianas en su uso y mantenimiento en un tercer país. Alemania también enviará 14 tanques Leopard A6 y Reino Unido otros 14 Challenger 2. Otros países como España, Polonia, Finlandia, Noruega, Suecia, Países Bajos y Portugal también enviarán o se han mostrado dispuestos a enviar carros de combate a Ucrania, que podría recibir un centenar de carros de combate. ¿Hay posibilidades de que los carros de combate cambien el curso de la guerra? Una ofensiva rusa en primavera sería más difícil con el despliegue de este tipo de tanques de gran blindaje, rapidez de reacción y capacidad de disparo. Los aliados occidentales ya han abastecido a Ucrania con poderosos sistemas de artillería, como los lanzacohetes HIMARS, con un alcance mucho más largo que el de cualquier tanque. Rusia ya advirtió a los países occidentales que el suministro de tanques marcaría una escalada «extremadamente peligrosa». El exoficial del ejército británico Frank Ledwidge, contó que las fórmulas mágicas no existen en un conflicto y los tanques no conseguirán lo que tampoco hicieron «los misiles Javelin, las armas antitanque y los lanzacohetes HIMAR».

El cansancio comienza a hacer mella en ambos ejércitos pero la moral de combate es mayor entre las fuerzas ucranianas que han sido mejor equipadas en los últimos meses. Ambas partes necesitan una pausa para oxigenar a sus soldados, pero los ucranianos están mejor equipados y no se deberían descartar una ofensiva en las próximas semanas.