Saeed recordó que Somalia sufre actualmente su tercera sequía en apenas una década: la de 2011 causó la muerte de 260.000 personas, en su mayoría niños, y la actual, con cuatro temporadas consecutivas sin lluvias, podría ser incluso peor, de acuerdo con los pronósticos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. La responsable de UNICEF subrayó que en el país 4,5 millones de personas necesitan con urgencia abastecimiento de agua, en un momento en el que los precios de este bien básico han aumentado entre un 55 y un 85 por ciento desde principios de 2022.
También ha habido un aumento en lo que va de año de los brotes entre la población infantil de enfermedades como el cólera y la diarrea aguda (8.400 casos desde enero) o el sarampión (13.000 casos), todo ello derivado de la crisis alimentaria y de la falta de agua. «Necesitamos urgentemente que los donantes den un paso adelante y financien el plan de respuesta de la ONU para Somalia», destacó Saeed, quien indicó que hasta julio menos de un tercio de los 1.000 millones de dólares solicitados para ayudar a Somalia habían sido donados, aunque la situación ha mejorado en los últimos meses.
Naciones Unidas alerta que la emergencia es especialmente grave en la región meridional de Bay, en torno a las localidades como Baidoa o Burhakaba, donde se prevé que haya que declarar la situación de hambruna entre octubre y diciembre, ya que las condiciones climáticas no permiten presagiar mejoras en la producción agrícola. A la ausencia de lluvias se unen, como cóctel que ha llevado la crisis en Somalia a niveles límite, décadas de conflicto, desplazamientos masivos de población y este año la fuerte alza de los precios de los cereales y otros alimentos básicos, derivada en parte de la guerra de Ucrania.
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