Los familiares de los prisioneros de guerra que Rusia retiene en una localización sin especificar, probablemente en territorio de las regiones ucranianas en rebeldía contra Kiev o tal vez más allá de la frontera administrativa que recogen los mapas oficiales, claman en público por algo de información sobre sus seres queridos. Les rodea la incertidumbre y no saben nada de ellos desde que se subieron a los autobuses que los evacuaron a las zonas de Ucrania controladas por Rusia.
Por eso han creado el llamado Consejo de Esposas y Madres, y su interés es el de garantizar que los combatientes ucranianos de Mariúpol son tratados de acuerdo con la Convención de Ginebra sobre prisioneros de guerra. «Nos pidieron que nos quedáramos en silencio para no empeorar las cosas», apuntó Tetyana Horko, hermana del comandante de la Marina Serhiy Horko, «pero uno no debe pensar que la historia de los héroes de Azovstal ha terminado. Necesitan apoyo, necesitan que los traigan de vuelta a casa».
Mientras tanto Moscú tan solo ha confirmado que pronto entregará a Ucrania los cuerpos de 152 combatientes ucranianos hallados en «un furgón isotérmico» estropeado en el territorio de la acería Azovstal de Mariúpol. Un portavoz militar ruso afirmó esta semana que sus zapadores descubrieron minas colocadas bajo los cadáveres con una cantidad de explosivos suficiente como para «destruir todos los cuerpos». La teoría que ha propagado Rusia es que, con esta maniobra, Kiev buscaba culparles de eliminar deliberadamente los cuerpos de los combatientes de Azovstal para impedir que así llegaran a sus familiares.
Rusia anunció el pasado 20 de mayo la completa rendición de los defensores de Azovstal después de que otros 531 combatientes antrincherados en la planta desde hace casi dos meses abandonaran sus instalaciones y se entregaran a las tropas rusas. En total, según Moscú, entre el 15 y el 20 de mayo se entregaron 2.439 combatientes ucranianos, en su mayoría miembros del mencionado batallón nacionalista, que con la intervención militar ordenada por Vladímir Putin pasaron a integrarse de pleno derecho en la Guardia Nacional ucraniana.
Estos días pasados el líder de la autoproclamada república popular de Donetsk, Denís Pushilin, afirmó que el proceso para juzgar a los combatientes que se rindieron comenzará «en el futuro próximo» con la participación de «organizaciones internacionales y representantes de otros países, entre ellos, occidentales», sin precisar cuáles. Algunos podrían ser condenados a la «pena máxima» por «violaciones, torturas y asesinatos de civiles» en el Donbás.
En relación a estas menciones, un portavoz de las milicias prorrusas de Donetsk indicó que algunos de los delitos que se les imputan a los efectivos del batallón Azov se castigan en la región rebelde del este de Ucrania con «pena de muerte». Se espera que el líder Denis Prokopenko, comandante en jefe del batallón Azov, y sus máximos colaboradores se encuentren entre los juzgados. Algunos consideran a Prokopenko la viva personificación de la Ucrania nazi que el líder ruso Vladímir Putin se propuso erradicar con su acción bélica unilateral a gran escala en el país vecino.
El apunte
Mariúpol, tierra quemada por la guerra
3 comentarios
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Se sabe perfectamente donde están todos los prisioneros del Batallón Azov, están vivos y en prisiones militares. Logicamente no serán intercambiados por prisioneros militares rusos como si lo serán los del ejercito regular ucraniano.
La pena es que lo dejarán tirados eso es la pena , gracias a ellos Ucrania aguanto y ahora los mataran a todos en Rusia
Los que defienden su Patria hasta este limite sólo merecen HONORES.