Grecia ha vivido este miércoles su primera gran huelga del año, un paro convocado por los sindicatos para protestar contra las subidas de precios y para reclamar aumentos salariales. Aunque el Gobierno del conservador Kyriakos Mitsotakis ha aprobado una serie de ayudas para paliar el encarecimiento de la energía, la inflación, que en febrero alcanzó el 7,2 % interanual (el mayor índice de los últimos 25 años), afecta a toda la cesta de la compra, sin que haya habido rebajas en el IVA, como han venido reclamando sindicatos y partidos de la oposición. El Gobierno ha destinado desde septiembre pasado alrededor de 3.700 millones de euros a estas ayudas para hogares, empresas y agricultores, fondos que los sindicatos consideran insuficientes. Mitsotakis ha sido uno de los gobernantes de la Unión Europea que han reclamado sin éxito intervenciones más directas en el mercado del gas, como un tope a los precios o a las «superganancias de las empresas energéticas».
Los sindicatos reclaman asimismo que el salario mínimo bruto sea elevado por la inflación galopante hasta los 751 euros, frente a los 663 euros en los que se encuentra actualmente tras la subida del 2 % aprobada en enero por el ejecutivo. La huelga de 24 horas convocada por el sindicato del sector privado GSEE y a la que se ha sumado también el de los trabajadores públicos ADEDY, así como representantes de otros gremios, se celebra bajo el lema «el salario no alcanza, las cuentas no salen». Prácticamente todo el transporte público ha quedado paralizado, salvo autobuses que han parado solo desde el inicio del turno hasta las nueve de la mañana y lo volverán a hacer a las nueve de la tarde hasta medianoche. Además de metro, tranvía y trolebuses, se ha detenido también buena parte del tráfico ferroviario, tanto de cercanías como de largo recorrido, aunque se han garantizado servicios mínimos. En el tráfico aéreo finalmente la jornada está discurriendo con normalidad, ya un tribunal ha prohibido a los controladores aéreos sumarse a la huelga. Tampoco los ferries han salido de los puertos, ni han trabajado las administraciones públicas.
Los medios de comunicación se han sumado parcialmente a la protesta con un paro de cuatro horas, desde el mediodía hasta las cuatro de la tarde. Miles de personas salieron por la mañana a las calles en varias ciudades del país en apoyo de las reivindicaciones sindicales. En Atenas, la marcha discurrió por todo el centro de la capital hasta la plaza de Syntagma, en la que se encuentra el Parlamento. Entre los manifestantes se encontraban también empleados de ministerios, como Jristina Jristidu, que trabaja en el de Fomento, y en declaraciones a Efe aseguró que después de 10 años de crisis económica su sueldo se ha reducido tanto que todos los meses tiene que pedir adelantos para poder sobrevivir, y el encarecimiento de la energía pone las cosas peor. Apostolis Dallas, que trabaja como asesor fiscal, sostiene por su parte que las ayudas que está dando el Gobierno para afrontar el encarecimiento de la energía «no pueden contrarrestar las enormes subidas de precios», si bien recordó que en Grecia las altos precios energéticos y de los combustibles siempre fueron un problema, también antes de la guerra en Ucrania.
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