Algunos medios especializados recogen declaraciones de altos ejecutivos en la estructura de Nestlé y Danone que aluden a su responsabilidad con la población local para no abandonar el país por completo, como han hecho numerosas empresas de todo tipo de procedencias y sectores productivos. Marcas muy llamativas como Coca Cola, Pepsi, o McDonald's, así como Visa, Mastercard y un largo etcétera de firmas han ido cerrando con cuentagotas sus negocios en las poblaciones rusas.
La agencia Reuters cita a Jeffrey Sonnenfeld, profesor de la Escuela de Administración de Yale (Estados Unidos), totalmente contrario a la posición de estas multinacionales ya que «cuanto más completa sea la retirada, más avanzarán las perspectivas de paz mundial». Para el experto fue un «error» tratar de minimizar el daño al pueblo ruso al continuar suministrando lo básico pues en la actual coyuntura bélica «no hay término medio».
Finalmente, y tras las presiones de todo tipo sucedidas en las últimas fechas, Nestlé se ha unido a la tabaquera Philip Morris y el fabricante de videojuegos Sony y al resto de multinacionales que se retiran de Rusia en mitad de un incremento de la presión de los consumidores en Occidente, aunque la suya será una salida soft. En concreto Nestlé y Mondeleze International siguieron las acciones de sus rivales Procter & Gamble y Unilever para detener las inversiones en Rusia, y seguirán proporcionando lo esencial.
De manera similar, mientras que el fabricante de cigarrillos Imperial Brands suspendió sus operaciones en Rusia, su rival Philip Morris solo se compromete a reducir la producción, y el fabricante de Camel, British American Tobacco Plc, dijo que su negocio en Rusia continuó operando, a pesar de que había suspendido la inversión de capital. Por su parte Sony, cuyo estudio de cine ya detuvo los estrenos en Rusia, tomó medidas adicionales a través de su unidad de juegos PlayStation, quien paraliza los envíos y las operaciones en Rusia.
Asimismo, muchas empresas se enfrentan a dificultades para trabajar en Rusia debido a las sanciones y la falta de material, además de la presión de los consumidores e inversores, y acaban por poner fin a sus operaciones desde un punto de vista pragmático, sin poner el foco en el ataque de Rusia ni en su dejación en cuanto al respeto a los derechos humanos.
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