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Vladimir Putin parece tener una serie de botones rojos que podrían llegar a convertir a Europa en el escenario de una guerra a gran escala. La III Guerra Mundial es, de momento, un concepto y nada más, pero no parece acertado subestimar la capacidad de Rusia de trasladar la ofensiva que ha lanzado en Ucrania a otros países. Mientras la invasión hacia Kiev se recrudece, los choques dialécticos son múltiples mientras el Gobierno de Volodímir Zelenski insiste en pedir, ya desesperadamente, que Occidente aplique una zona de exclusión aérea para proteger el país desde el aire. Pero la OTAN se cierra en banda.

Una zona de exclusión aérea es, como su propio nombre indica, una maniobra que impide el vuelo sobre un determinado país o territorio para protegerlo o defender ciertas infraestructuras clave. Eso es lo que ha pedido Kiev, avisando al resto de Europa de que de no dar este paso se convertiría en "cómplice" de la destrucción que está provocando el Kremlin. De hecho, Zelenski insiste en que ellos no solo están defendiendo Ucrania, sino también "los valores" europeos.

Para la Alianza Atlántica aplicar esta medida sería provocar "la Tercera Guerra Mundial", tal como sostuvo su secretario general, Jens Stoltenberg. Y Putin lo entiende en los mismos términos. "Cualquier movimiento en esa dirección será considerado por nosotros como una participación en el conflicto armado por parte de ese Estado desde cuyo territorio se crean amenazas a nuestro país", expresó el líder ruso, consciente de que sigue guardándose ases en la manga.

"No somos parte del conflicto, tenemos la responsabilidad de garantizar que no escale y se extienda más allá de Ucrania", añadió Stoltenberg al ser preguntado por ese paso, y reiteró que la OTAN es "una alianza defensiva", por lo que su apuesta es reforzar el despliegue en el este de Europa pero siempre dentro de los márgenes y pese a que Rusia alega que uno de los porqués de sus movimientos es la expansión aliada por sus fronteras.

En todo caso, no sería la primera vez que se opta por esa (compleja) vía: ya se hizo en Libia en 2011 y antes en Irak durante la Posguerra del Golfo en el año 1991 y también en Bosnia, solo dos año después, durante la Guerra de los Balcanes, que de hecho fue el último gran conflicto al que se enfrentó Europa. El resultado de la misma, no obstante, no está muy claro. Protege el país desde el aire, pero la fuerza terrestre en este caso de Rusia está demostrada y los expertos mantienen que no está sacando toda su artillería.

La táctica del ahogamiento del régimen

Occidente mantiene que su apuesta es ahogar al régimen de Putin. Por eso las sanciones son todavía una herramienta que no se ha utilizado con toda su potencia. La UE, por ejemplo, sigue guardándose medidas pese a que ya ha tomado algunas muy drásticas. El cuarto paquete está sobre la mesa pero el Alto Representante, Josep Borrell, aseguró hace algunos días que no hay consenso para que se aprueben. Todo dependerá de la evolución del conflicto y de si Putin rechaza, como ha hecho hasta ahora, cualquier acercamiento diplomático al más alto nivel. En ese sentido es el presidente francés Emmanuel Macron, quien más insiste en el diálogo con el Kremlin, y ha asegurado que no apagará esa posibilidad.

Mientras, el reforzamiento de las tropas ucranianas desde Occidente es constante. Estados Unidos, en este sentido, contempla "activamente" la posibilidad de abastecer a Polonia con aviones de combate si el Ejército polaco decide enviar algunos de los que tiene en propiedad a las fuerzas ucranianas.

"Estamos analizando activamente ahora la cuestión de los aviones que Polonia puede proporcionar a Ucrania y analizando cómo podríamos realizar un abastecimiento si finalmente Polonia decide suministrar esos aviones. No puedo hablar de una línea de tiempo, pero puedo decir que lo estamos viendo muy, muy activamente", expresó el secretario de Estado, Anthony Blinken, durante su visita a Moldavia. El intercambio de armamento por tanto se ha convertido en una cadena para no perder comba ante las amenazas de Rusia.

Otro fracaso del alto al fuego

Estaba previsto por segundo día consecutivo que se diera en la zona de Mariupol, asediada por Rusia, un alto al fuego temporal para facilitar los corredores humanitarios acordados por las partes en la reunión del pasado jueves. Incumplido durante la jornada del sábado y entre acusaciones cruzadas, volvió a no ser efectivo este domingo, tal como apuntó la agencia Reuters. Según los cálculos, la previsión es que puedan salir unas 400.000 personas. Esto equivale a casi toda la población de la ciudad. Además, Kiev alerta de que el siguiente paso de Moscú será el "bombardeo de Odesa" para cerrar del todo la salida al mar. "Se preparan para bombardear Odesa. Los rusos siempre han venido a Odesa. Siempre han sentido calor en Odesa, solo sinceridad. ¿Ahora qué? ¿Artillería contra Odesa? ¿Misiles contra Odesa?", se preguntó Zelenski, consciente del coste humano y también estratégico de la zona.

"Los rusos siempre han venido a Odesa. Siempre han sentido calor en Odesa, solo sinceridad. ¿Ahora qué? ¿Artillería contra Odesa? ¿Misiles contra Odesa?"

Y es que mientras suena la guerra la crisis humanitaria se agudiza a un ritmo casi nunca visto. Más de 1,5 millones de refugiados ucranianos han cruzado a los países vecinos desde el comienzo hace diez días de la invasión rusa, según ha confirmado este domingo el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en lo que ha descrito como el éxodo de más rápido crecimiento en Europa desde la II Guerra Mundial. La inmensa mayoría de ellos son mujeres y niños, pues los hombres de entre 18 y 60 años han sido llamados a quedarse en Ucrania para participar en el frente.