La retransmisión en vivo en las redes sociales de las protestas fue interrumpida de manera súbita, mientras que varias personas confirmaron a Efe que las comunicaciones vía por aplicaciones de móvil han caído, aunque todavía las líneas telefónicas siguen funcionando.
La oenegé Amnistía Internacional (AI) denuncia que el gobierno militar ha ordenado a todas las compañías de telecomunicación el cierre de internet hasta el próximo lunes.
«Los militares deben restablecer todas las telecomunicaciones de inmediato y dejar de poner en peligro los derechos de las personas. Todos los operadores móviles y proveedores de telecomunicaciones de Birmania deben solicitar una aclaración urgente a las autoridades», denuncia en un comunicado el subdirector regional de campaña de AI, Ming Yu Hah.
Miles de personas tomaron esta mañana las calles de Rangún, antigua capital y ciudad más poblada del país, para manifestar su rechazo contra la nueva junta militar, encabezada por el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Min Aung Hlaing.
Antes de que se cortara el directo, los manifestantes se encontraban frente a varias unidades de la Policía, ataviadas con material antidisturbios.
«Birmania registra un apagón de internet a estala nacional. Desde la mañana del sábado, la conexión en todo el país ha bajado un 54 % sobre los niveles habituales, los usuarios están sufriendo dificultades para conectarse a internet», apuntaba antes del bloqueo completo el portal de seguimiento Netblocks.
Los militares, que ya gobernaron el país con puño de hierro desde 1962 hasta 2011, tomaron el poder el lunes al alegar un fraude masivo en las elecciones de noviembre, donde el partido liderado por la nobel de la paz Aung San Suu Kyi arrasó al imponerse en el 83 % de los escaños en liza.
Para tratar de frenar el incipiente movimiento de desobediencia civil iniciado, la junta militar ya ordenó en los últimos días el bloqueo al acceso a las redes sociales Facebook, y algunas de sus plataformas como Instagram o Whatsapp, así como Twitter.
A pesar de la celebración de elecciones y el proceso iniciado en 2011 en Birmania hacia una «democracia disciplinada», como la denominan los uniformados, el Ejército mantenía todavía un amplio control sobre los aspectos políticos y económicos del país.
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