Ambas ONG solicitaron el pasado 13 de agosto a las autoridades marítimas maltesas e italianas que asumieran la operación, tras lo cual Malta ha respondido negativamente argumentando que el rescate se produjo en aguas que no son de su competencia e Italia no ha contestado, ha explicado MSF.
Tras recuperarse de la deshidratación, mareos, hipotermia y quemaduras por el combustible que presentaban en las primeras 24 horas tras el rescate, los migrantes están recibiendo tratamiento por parte del personal de MSF por «infecciones cutáneas y respiratorias, pero también estamos tratando a heridos de guerra», explica Luca Pigozzi, médico de la ONG a bordo del 'Ocean Viking'.
No obstante, reconoce que «en estos momentos, la emergencia a bordo más importante es la psicológica». «Estas personas han sufrido y están sufriendo un gran trauma» ya que «muchos han sido víctimas de tortura y de violencia sexual en Libia», precisa Pigozzi. «Hoy, mientras esperan un lugar seguro en el que desembarcar se consumen en un espacio limitado en medio del mar en el que sus condición solo puede empeorar», lamenta.
«El trauma que experimentan las personas rescatadas no suele estar asociado a un solo hecho», destaca por su parte Stephanie, responsable del equipo médico en el barco, sino que «a veces es el resultado de una acumulación de situaciones a las que han estado expuestos desde que eran niños».
«Muchos nos dicen que crecieron en zonas afectadas por violencia y conflictos y tuvieron que huir con sus familias. Los hay que han perdido a sus familiares e han hecho este peligroso viaje por el desierto y por Libia sin compañía alguna», destaca.
En la clínica a bordo del 'Ocean Viking' «tratamos heridas y problemas físicos y hacemos todo lo posible por brindar al menos, primeros auxilios psicológicos», asegura, reconociendo que «lo que necesitan de verdad es un apoyo psicológico más amplio y completo que el que podemos proporcionar a bordo del barco».
«Después de todas sus experiencias de inseguridad y el traumático viaje desde su país de origen a través de Libia hasta subirse un bote de goma, cualquier retraso en permitirles desembarcar en un puerto seguro los expondrá, de nuevo, a la incertidumbre y la ansiedad: los hará sentir que no valen nada y que no son bienvenidos», advierte la responsable de MSF.