GM informó por sorpresa de la clausura de tres plantas de montaje en Norteamérica (la canadiense de Oshawa, y las estadounidenses de Detroit-Hamtramck y Lordstown) y de dos de producción de motores y transmisiones en Estados Unidos (Baltimore y Warren).
Aunque esas cinco plantas no cerrarán técnicamente, durante 2019 cesarán su actividad y no se les asignará producción.
GM no precisó en su comunicado si parte de los 14.500 empleados afectados de esas factorías de Norteamérica podrán permanecer en la compañía en otras plantas de producción.
A finales del próximo año, el gigante automovilístico cancelará la producción en otras dos plantas situadas fuera de Norteamérica, sobre las que no ha ofrecido más detalles, ya que lo hará próximamente.
Estos cierres se suman al ya conocido de la planta de montaje de Gunsan, en Corea del Sur.
La compañía también dijo que «se están llevando a cabo acciones para reducir» la plantilla un 15 %, porcentaje que incluye «un 25 % menos ejecutivos para agilizar la toma de decisiones».
El cierre de las siete plantas le costará a GM entre 3.000 y 3.800 millones de dólares, pero la empresa afirmó que le permitirá ahorrarse unos 6.000 millones de dólares para finales de 2020.
La mayoría del coste será apuntado en el cuarto trimestre de 2018 y el primer trimestre de 2019, aunque GM advirtió de que podría incurrir en más costes el próximo año.
Tras la publicación del anuncio, las acciones de GM ganaron cerca de un 5,5 %, o 1,95 dólares, para cotizar a mediodía en 37,86 dólares.
La desaparición de estas factorías supondrá también el cese de la producción en Estados Unidos y Canadá de varios de los modelos más clásicos de la compañía: las berlinas de la marca Chevrolet Volt, Cruze e Impala.
La empresa estadounidense explicó que quiere dar prioridad a «inversiones en futuros vehículos en sus nuevas generaciones de arquitecturas de vehículos eléctricos» y que espera que para principios de la próxima década «más del 75 % de las ventas globales de GM procedan de cinco arquitecturas de vehículos».
La presidenta y consejera delegada de GM, Mary Barra, aseguró que «estas acciones aumentará el beneficio a largo plazo y el potencial de generación de efectivo que mejorarán incluso más la fuerte posición de liquidez de la compañía y la flexibilidad financiera».
«Las acciones que estamos tomando hoy continúan nuestra transformación para ser muy ágiles, resilientes y rentables a la vez que nos dan la flexibilidad para invertir en el futuro», añadió Barra.
En Canadá, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, reveló en Twitter que había hablado con Barra para expresar su «profundo desencanto» con el cierre de la planta de Oshawa, en Canadá.
«Haremos todo lo posible para ayudar a que las familias afectadas por estas noticias puedan recuperarse», adelantó Trudeau.
Mientras, los trabajadores de GM en Oshawa abandonaron a primera hora del lunes sus puestos de trabajo y bloquearon la entrada a la planta en protesta por la decisión de la compañía.
El sindicato canadiense Unifor rechazó la decisión y recordó que Oshawa es la única planta de Norteamérica capaz de producir al mismo tiempo camionetas y berlinas, gracias a la reciente inversión de 500 millones de dólares.
«Unifor no acepta el cierre de la planta como algo final», remarcó en un comunicado el presidente de Unifor, Jerry Dias, quien añadió que luchará «con energía para mantener estos empleos».
Por su parte, el sindicato estadounidense United Auto Workers (UAW) calificó la decisión de GM de «cruel» y subrayó que se produce al mismo tiempo que la compañía está abriendo o aumentando la producción en «México y China para la venta a los consumidores estadounidenses».
UAW también animó a los consumidores estadounidenses a rechazar automóviles no hechos en Estados Unidos.
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