La explosión tuvo lugar alrededor de la 01.00 hora local del domingo (22.00 GMT del sábado) frente a la conocida tienda de helados Yabar Abu al Sharbat, en el distrito de Al Karrada, donde la población es mayoritariamente chií.
Esta heladería es la más popular y antigua de la capital iraquí y estaba muy concurrida de madrugada debido a que durante el Ramadán, y más en verano, es habitual prolongar las noches en la calle a la espera del «suhur» (última comida antes del amanecer).
Según informó a Efe una fuente policial, 135 personas resultaron además heridas en este ataque, que provocó también graves daños materiales en la avenida principal de Al Karrada.
Varias tiendas y vehículos quedaron destruidos y calcinados en esta zona comercial, blanco con anterioridad de atentados del EI.
En esta ocasión, el EI asumió la autoría en un comunicado firmado por Wilayat Bagdad (Provincia de Bagdad) y difundido en las redes sociales, en el que aseguró que el objetivo eran los chiíes.
«En el marco de las permanentes operaciones de seguridad de los soldados del califato en la ciudad de Bagdad, el hermano muyahidín (guerrero santo) Abu Maha al Iraqui logró hacer estallar su coche bomba en una concentración de renegados (chiíes)», se indica en la nota.
El grupo terrorista advirtió de que «con el permiso de Dios proseguirán los ataques de los muyahidines contra los renegados».
Hasta Al Karrada se desplazó el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, quien afirmó que los terroristas «después de haber sido aplastados en los campos de batalla cometen ataques con explosivos en un intento desesperado».
Al Abadi prometió castigar a «las bandas terroristas que perpetraron el atentado» y mostró su confianza en que «la victoria está muy cerca», indicó su Oficina de Información en un comunicado.
La población de Al Karrada recibió muy enfadada la visita del jefe del Gobierno, al que culpan de no proteger a los civiles de las acciones de los extremistas.
Decenas de ciudadanos lanzaron piedras y zapatos al convoy de Al Abadi e increparon al responsable al grito de «vete».
También de madrugada, otro coche bomba estalló en el mercado popular de Shalal, situado en la zona de Al Shaab, en el noreste de Bagdad y de población mayoritariamente chií.
Este atentado causó la muerte de un civil e hirió a otros cinco, además de causar destrozos en varios comercios, señaló una fuente policial consultada por Efe.
Por su parte, el presidente del Parlamento iraquí, Salim Yaburi, condenó en un comunicado estos ataques «criminales y cobardes».
Además, pidió a los servicios de seguridad «tomar precauciones y no dar la oportunidad al terrorismo a que aproveche las circunstancias del país, que libra una guerra contra la organización terrorista Dáesh (acrónimo en árabe del EI)».
Asimismo, la Comisión de Seguridad en la gobernación de la provincia de Bagdad, que condenó también los atentados, criticó en una nota a las fuerzas de seguridad por no haberlos impedido.
Los ataques terroristas han aumentado en los últimos meses en Bagdad, coincidiendo con retrocesos en el campo de batalla de los yihadistas.
El pasado 11 de mayo, el EI mató a 93 personas y dejó heridas a más de 160 en tres atentados perpetrados en dos barrios de mayoría chií y otro suní en Bagdad.
Seis días después, 45 personas fallecieron en una nueva ola de atentados en la capital, mientras que el 9 de junio una veintena pereció cuando un suicida al volante de un coche bomba detonó explosivos en el barrio de Nuevo Bagdad.
El grupo extremista está acosado en Irak en su bastión de Mosul y otras zonas del norte del país, donde las fuerzas iraquíes han lanzado una ofensiva.
Los yihadistas sufrieron además un gran golpe recientemente, con su expulsión a fines de junio de la ciudad de Faluya, uno de sus principales y estratégicos baluartes, a tan solo 50 kilómetros al oeste de Bagdad.
Hace poco más de dos años, el EI proclamó un califato en los territorios bajo su control de Irak y Siria, donde llegó a dominar hasta un tercio y la mitad del territorio, respectivamente
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