Además de económico, es un método respetuoso con el medio ambiente. | Freepik

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En Finlandia, donde las temperaturas invernales pueden descender hasta los -30 grados Celsius, mantener el calor en el hogar es una necesidad primordial. Para lograrlo sin incurrir en elevados costos de calefacción, los finlandeses emplean métodos ingeniosos y accesibles que optimizan la eficiencia térmica de sus viviendas.

Uno de los trucos más destacados es el uso de plástico de burbujas como aislante en las ventanas. Este material, comúnmente utilizado para embalaje, actúa como una barrera térmica que impide la entrada del frío y la salida del calor. La aplicación es sencilla: se recorta el plástico al tamaño de la ventana, se humedece ligeramente el vidrio y se coloca el lado liso del plástico sobre la superficie húmeda, presionando para que se adhiera correctamente. El aire contenido en las burbujas proporciona un aislamiento efectivo, contribuyendo a mantener una temperatura interior más confortable sin necesidad de recurrir constantemente a la calefacción.

Además del plástico de burbujas, los finlandeses suelen utilizar cortinas gruesas y alfombras para mejorar el aislamiento térmico de sus hogares. Las cortinas pesadas ayudan a reducir la pérdida de calor a través de las ventanas, mientras que las alfombras y moquetas actúan como barreras contra el frío que se transmite por el suelo, especialmente en viviendas con suelos de materiales que retienen poco el calor.

Otra práctica común es concentrar la calefacción en las áreas más frecuentadas de la casa, evitando calentar habitaciones que no se utilizan con regularidad. Este enfoque permite un uso más eficiente de la energía y reduce significativamente los costos asociados al consumo de calefacción.

La implementación de estos métodos no solo es económica, sino que también contribuye a la sostenibilidad ambiental al disminuir la dependencia de sistemas de calefacción que consumen combustibles fósiles. En un contexto global donde la eficiencia energética y la reducción de emisiones son prioridades, adoptar prácticas como las finlandesas puede ser beneficioso tanto para el bolsillo como para el planeta.