Es un fenómeno muy común durante los meses de invierno. | Freepik

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El dolor articular se manifiesta generalmente como inflamación o molestia en el interior de la articulación. Factores meteorológicos, como el frío, pueden influir en la intensidad de este dolor. Es habitual que los pacientes informen a los especialistas de un aumento en el dolor de enfermedades articulares durante los meses de frío, especialmente en el caso de la artrosis. Este empeoramiento ocasional obliga en algunos casos a ajustar temporalmente el tratamiento para aliviar el dolor, según explican los expertos.

Aunque el frío no provoca enfermedades reumáticas por sí mismo, puede desencadenar síntomas específicos en determinadas patologías. Entre ellos destaca el fenómeno de Raynaud, asociado a enfermedades reumáticas autoinmunes sistémicas. Este trastorno se caracteriza por una disminución de la circulación sanguínea en los dedos de las manos y los pies debido a la contracción de los vasos sanguíneos, lo que impide un flujo normal de sangre. Como resultado, los afectados experimentan dolor y un cambio de color en la piel de los dedos, que se torna blanquecina o pálida. En casos severos, si la falta de riego sanguíneo se prolonga, pueden desarrollarse úlceras digitales, una complicación grave de esta condición.

Para mitigar el impacto del frío en las articulaciones, se recomienda protegerlas adecuadamente. Utilizar ropa térmica, como guantes y rodilleras, puede prevenir la rigidez matutina y reducir las molestias asociadas a las bajas temperaturas. Además, complementar esta medida con ejercicio regular de bajo impacto, como caminar, nadar o practicar yoga, contribuye a fortalecer los músculos alrededor de las articulaciones, mejorando la movilidad y aliviando el dolor. La terapia con calor, que consiste en aplicar calor local en las zonas afectadas mediante baños calientes, compresas o almohadillas térmicas, favorece la circulación sanguínea y ayuda a disminuir las molestias articulares. Asimismo, una dieta antiinflamatoria, rica en omega-3 presente en pescados azules y antioxidantes de frutas y verduras, puede reducir la inflamación y mejorar la salud articular.

Aunque las altas temperaturas no suelen asociarse directamente con el dolor óseo, algunas personas pueden experimentar molestias articulares o musculoesqueléticas durante los periodos de calor extremo. Estas molestias no se deben al calor en sí, sino a factores relacionados, como la deshidratación, la inflamación provocada por enfermedades crónicas o el impacto de las condiciones climáticas en el cuerpo. La deshidratación, común en los días calurosos, puede reducir el líquido sinovial, que lubrica las articulaciones, lo que incrementa la fricción y puede generar dolor en quienes padecen enfermedades como la artrosis. Además, las altas temperaturas pueden agravar síntomas en personas con patologías reumáticas autoinmunes, ya que el estrés térmico puede desencadenar brotes inflamatorios.