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Demasiadas explicaciones

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Seguramente habrán notado en ocasiones, hacia la hora de la siesta y tras la lectura de la prensa y las noticias del día, una cierta hinchazón y empalago, como si se hubiesen zampado entera una tarta de chocolate, mermelada y merengue, sensación muy molesta que se agrava si también han atendido a los informativos de televisión y consultan mucho sus móviles. No es que se hayan pasado con la repostería industrial, probablemente lo que tienen es un empacho de explicaciones. Porque todo el mundo da demasiadas explicaciones. La comunicación actual, y la información, consisten en eso, y es tanta la gente que necesita explicarse compulsivamente, y tantos los que exigen explicaciones de cualquier fruslería, que no damos abasto. Políticos, analistas, comentaristas, tuiteros… Gobiernos y opositores se explican sin tregua, y hacia la hora de la siesta la pesadez explicativa ya es modorra. Y como cada explicación exige a su vez más explicaciones, esto es el cuento de nunca acabar. Siendo así que el abecé del relato breve consiste precisamente en no dar explicaciones, ninguna, y todos los sabios que en el mundo han sido insisten en que no hay que explicarlo, jamás, y menos aún dar explicaciones no solicitadas. Todo lo que diga puede ser utilizado en su contra, advierte la ley. Y eso sin contar la tremenda indigestión colectiva que provoca tal cantidad de explicaciones. Todavía nos están explicando, a estas alturas, la amnistía catalana, y ahora nos explican las nuevas competencias catalanas en inmigración. No me lo expliques más o me matarás. En serio, no hace falta explicarse tanto, la mayoría de las cosas se explican solas, salvo que sean inexplicables. En cuyo caso tampoco hay que explicarlas, porque precisamente son ya las más explicadas. A qué viene esta ansiedad explicativa, que no afecta únicamente a la política. Lo embadurna todo, como la tarta de mermelada mencionada. Igual se trata de un trastorno cognitivo digital. ¡Con la salud mental hemos topado! Yo ahí no me meto, pero si lo importante es la comunicación y el relato, conviene saber que demasiadas explicaciones violan reglas básicas de la narrativa. Inflan el relato, lo revientan. Y lo dejan muy pastoso.