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Con este título acaba de llegar a las librerías la primera novela de Ebbaba Hameida, periodista saharaui que lleva años, pese a su juventud, trabajando en RTVE y a la que hemos podido ver no hace mucho cubriendo la guerra de Ucrania. Para abordar la terrible condena al olvido y al silencio de su pueblo, el saharaui, Ebbaba ha elegido hacerlo desde una novela, y ese es uno de sus grandes aciertos porque una novela llega a mucha más gente que cualquier ensayo. A lo largo de esta novela asistimos de la mano de tres mujeres (la abuela, la madre y un trasunto de la propia Ebbaba), a la historia del pueblo saharaui, un pueblo traicionado y condenado a no poder vivir en su propio territorio, sino en campamentos de refugiados en Argelia o en el exilio en diferentes países europeos, principalmente España, que a día de hoy sigue siendo legalmente la potencia administradora de la que fue su última colonia.

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Han pasado 50 años desde que España abandonara el Sáhara a su suerte entregándolo, de facto, a Marruecos; 50 años de continuos incumplimientos de las resoluciones de Naciones Unidas que instaban a la realización de un referéndum en el que el pueblo saharaui decidiera libremente su futuro; 50 años que Ebbaba nos cuenta a través de su propia familia en el que es otro de los aciertos de «Flores de papel»: contarnos la realidad de la injusticia que sufre su pueblo desde su propia realidad personal, con su testimonio y los de su madre y su abuela porque al contarnos los hechos desde esas experiencias personales, Ebbaba nos habla de la memoria de su pueblo, no solo de su historia. Y es un acierto porque la memoria nos llega mucho más hondo que los fríos datos que cuenta la Historia.

Sí son muchos y muy grandes los aciertos que tiene «Flores de papel» y el que sean precisamente tres voces de mujeres las que nos cuentan esta realidad es otro de los más importantes. Nunca hasta ahora nos habían contado la injusticia a la que hemos condenado a los saharauis desde esa perspectiva, esa mirada llena de luz que Ebbaba nos regala en todo lo que dice y, sobre todo, en todo lo que hace. Nada mejor que una mirada femenina y feminista para contar la realidad saharaui, y nada mejor que una mirada intergeneracional para hacerlo a través de tres mujeres que saben que el desierto es más, mucho más, que una inmensidad de arena, tiempo y olvido, que el desierto es el lugar donde viven los anhelos y los sueños de esos hijos de las nubes que cada día nos enseñan el verdadero significado de palabras como lucha y dignidad.