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Generalmente, la frase tópica «no es igual decirlo que hacerlo», equivalente en el refranero a «del dicho al hecho hay un gran trecho», quiere expresar que ciertas cosas son más fáciles de decir que de hacer, y no por mucho gallear amanece más temprano. Ahora tenemos una excepción de rabiosa actualidad que ha llenado portadas en todo el mundo, demostrando que a veces en más difícil, y más grave, decirlo que hacerlo. A la limpieza étnica de Gaza me refiero, por supuesto. Lo que ya están haciendo poquito a poco, desde hace 70 años, el último a toda velocidad y transmitido por televisión. Pero alguien tenía que decirlo, y mira por donde fue el presidente de los EEUU, bocazas de tamaño planetario, inmediatamente aplaudido y coreado por Netanyahu y su Gobierno, que llevan toda la vida esperando a que alguien lo dijese. Que la solución de todos los problemas es que todos los palestinos se marchen de una vez, desaparezcan de la Tierra Santa como si jamás hubieran existido, aunque eso sí, voluntariamente y por su propio bien. Lo de voluntariamente no es sarcasmo sangriento, es peor. Democracia y derechos humanos, quizá. Que vivan felices en otra parte. El 90 por ciento de los judíos de Israel están de acuerdo con ese plan bíblico. Ha bastado que alguien lo dijese para que el entusiasmo y la euforia se volvieran contagiosos. Y aquí viene lo asombroso, porque la ONU, la UE y gran parte de la opinión pública mundial, escandalizados por tal declaración, se han quedado estupefactos. Tras décadas contemplando impávidos esa limpieza étnica, que se dijera sin tapujos les ha parecido mucho más grave, intolerable. No es lo mismo hacerlo que decirlo, hay cosas que sencillamente no se dicen. ¿Del hecho al dicho hay también un gran trecho? Pues sí, más grande que en sentido contrario. Casi imposible de salvar. Hasta los refranes están del revés. Decir salvajadas es más grave que hacerlas. Y matizar que será una limpieza étnica temporal, porque Gaza estará inhabitable durante décadas, aún lo empeora. Normal que tanta gente prefiera los bulos y las patrañas a las atroces verdades.