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A través de los años y en reiteradas ocasiones he intentado escribir sobre importantes modistas o costureras. Un mundo que siempre valoré, no tan solo entre las que he ido conociendo y de las que tantas cosas escuché, aunque es cierto y es bien sabido que en cada uno de los pueblos se encontraron auténticas maestras de la aguja y el dedal y, si me permiten, maestras de ‘las tijeras’. Es bien sabido que el corte de la prenda que se va a confeccionar es importantísimo. No exagero si digo, y lo hago en voz alta, sin miedo a equivocarme, que algunas fueron auténticas ‘Coco Chanel’, de ello pueden estar seguros. De momento citaré a Margarita Pons, alias na Guida de Lô, iniciada en un taller, según se me informó hace muchos años, en su pueblo, Alaior, en una de aquellas ruedas de modistillas, gobernada por una gran modista. Sus mozas la llamaban sa mestressa y de veras lo era. Nada le impedía mandar y enseñar con rigor a las jóvenes aprendizas, incluso algunas llegaron a ser nombres imborrables, como fue el caso que me ocupa hoy, del que ya he escrito en reiteradas ocasiones. El día que Margarita se convirtió en la maestra de su propio taller, en Mahón, su fama recorrió Menorca y llegó a cantidad de ciudades. Su fama era bien conocida por su buen gusto, sus telas recibidas de las mejores fábricas catalanas y fuera de nuestro país. Vistió a lo que se conocía por ‘el señorío’ de aquel Mahón que navegaba con grandes industrias artesanas y de toda clase, entre ellas afamadas fábricas de monederos de malla artesanos al 100x100 y fabricantes de calzado a mano, ya que no se hacía de otra manera que no fuese de forma totalmente artesanal. Ambos exportaban a las principales ciudades europeas y americanas incluso estas últimas con base en Cuba, Argentina y La Habana, entre otros puntos de la geografía, donde casualmente se habían establecido fabricantes de calzado de muy buen nombre, principalmente de Ciutadella, Alaior y Mahón, entre otros. Sus esposas tenían el privilegio de poder vestir de na Guida de Lô.

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La Sra. Margarita Pons vistió a las llamadas ‘militaras’, esposas de los altos mandos del Ejército. Al ser destinados estos fuera de la Isla, incluso a tierras africanas como Argel y Marruecos, les confeccionaba cuantos trajes le pedían por carta, sin impedimento alguno, conociendo los datos corporales de la clienta. Margarita se valía de alguna joven del taller coincidente con sus mismas medidas para hacerle las correspondientes pruebas. Son muchas las curiosidades y datos de aquella ‘Coco Chanel’ menorquina y de su familia. Lo dejo pendiente para otra ocasión.