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Quizá haya cosas más importantes que el dinero, como nos gusta repetir desde hace siglos para hacernos los interesantes, pero de qué te sirven si no tienes dinero. Algunos creen que fue el dinero y no la escritura, lo que marcó el inicio de la Historia humana, es decir, del pensamiento abstracto, porque antes de que existiese siquiera el concepto de moneda, ya hacían las veces de moneda toda clase de pequeños objetos atractivos. Conchas nacaradas de bivalvos, huesos pulidos, piedrecillas o dientes de oso. Adornos, en fin, pero útiles para intercambios. El dinero fue un invento muy lento, que se desarrolló a lo largo de milenios en todas partes donde hubiese grupos humanos, y así hasta que ya en nuestros días empezó a adquirir vida propia, hasta tal punto que en lugar de ser el mayor invento de la humanidad, es como si la humanidad fuese ahora un invento del dinero. Para crecer y reproducirse, naturalmente, para poder circular, que es lo único que pretende el dinero. Circular. De las primeras monedas, que solo podían acuñar reyes y caudillos, y que más tarde fueron el origen de las naciones soberanas (soberanas para fabricar dinero), hasta el dinero virtual del presente y las criptomonedas, una actualización de los famosos monederos falsos, ha pasado efectivamente mucho tiempo. Dicen que el dinero es cobarde, pero no, es que es lento. Y conforme se iba desarrollando y perfeccionando (adquiriendo vida propia), engendró por su cuenta el revolucionario concepto de precio, a su vez cargado de connotaciones filosóficas, biológicas, psicológicas y morales, además de las económicas.

El precio es el dogma que rige nuestras vidas, desde la cuna a la tumba. Puesto que todo tiene su precio, claro está. También esas cosas quizá más importantes que el dinero, de las que hablábamos en la primera línea, y que llenan toda la literatura universal desde Homero, incluyendo los romances y cantares de gesta medievales. Y que, mira por dónde, casi siempre tratan del elevado precio de las cosas que no tienen precio. Dinero metafísico, podría decirse. Todo habría podido ser muy diferente en este mundo. Pero inventamos el dinero, y luego el dinero nos inventó a nosotros. Y eso es todo.