Viento frío: virus, reposo, cine y lectura. Agónico, el capitán Miller [Tom Hanks] susurra al soldado Ryan [Matt Damon] sus últimas palabras: «Hágase digno de esto, merézcalo». Miller, como varios de su pelotón, murió en el intento de «Salvar al soldado Ryan», aunque lo lograra... Escena emotiva que perdura en Normandía sembrada de cruces blancas, donde Ryan rinde culto ante la tumba del caído y pregunta a su mujer: «Dime que he vivido dignamente, que he sido merecedor de cuanto se ha hecho por mí».
Spielberg eterniza un descargo de conciencia, quizás como el declarado por Pascual Duarte cuando confesó entre rejas, según la imaginación de Cela, que él no era malo, aunque no le faltarían motivos; y, en una defensa digna de recurso en un figurado Valle de Josafat, alegó: «Los mismos cueros tenemos todos al nacer y, sin embargo, cuando crecemos, el destino se complace en variarnos como si fuéramos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte». «Los hay, prosiguió, a quienes se les ordenó marchar por el camino de las flores, para gozar de un mirar sereno, y al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; y otros a quienes se les mandó ir por el camino de los cardos (…), sufrir del sol despiadado de la llanura, para arrugar el gesto por protegerse, como las bestias. Hay mucha diferencia, infirió, entre perfumarse las carnes con colonia, o hacerlo con tatuajes que nadie podrá borrar ya». Lección de vida…