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Nada nuevo, querido lector. Ya nos lo adelantaba el evangelista Mateo (7:15-16): «Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces; por sus frutos los conoceréis; ¿acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?». Lo ratificará Jeremías: «No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; ellos os conducen hacia lo vano; os cuentan la visión de su propia fantasía».

Te contemplo España desde mi Menorca, isla que fue de otros en el siglo XVIII, Republicana hasta 1939 en nuestra Guerra Civil, con particular dura postguerra al mantener movilizados a sus hijos prácticamente hasta 1944 por las apetencias de una Italia en guerra, necesitada de una base aeronaval. Balear menor que no ha sido mimada precisamente a lo largo de los años por la Administración del Estado siempre más atenta y generosa con su hermana mayor, Mallorca. En resumen, me atrevo a decir, que lo que tiene, lo debe principalmente al esfuerzo de sus hijos.
Por esto considero oportuno anotar cómo reaccionan mis paisanos ante los acontecimientos que salpican nuestra vida política, que esos días han alcanzado niveles de escándalo. Lejos de los centros de poder, situados en el extremo más oriental de su sistema nervioso, quienes piensan y escriben aquí, no tienen en principio peso específico en la política nacional. Pero, por mandato constitucional, son ciudadanos con los mismos derechos que esta pléyade de falsos profetas que han asaltado nuestras Instituciones.

El profesor Juan Luis Hernández (1) de hábil y profundo pensamiento, dedica a nuestra clase política una premonición: «¡Qué triste futuro el tuyo!». Rompe el fuego apoyándose en una conocida sentencia de Nikolai Lossky: «Si una personalidad no se orienta a valores mas elevados que su propio ser, inevitablemente tomará el mando de la corrupción y la decadencia», cuando opina que: «mientras permanezca en vigor la disciplina de partido, arrinconada la voz de las convicciones personales, es muy difícil que pueda haber dirigentes honestos». «A partir de ahí, cualquier cosa es posible; la dignidad se abandona cuando se siguen a rajatabla las consignas del jefe; la ejemplaridad cuando el debate sosegado y documentado permanece desterrado; la libertad de expresión cuando no hacen más que repetir como loros, el «argumentario» establecido por el partido a primera hora de cada mañana». Concluye parafraseando a Machado -todo pasa, nada queda-: «¡qué triste ha de ser vivir así!; ¡qué triste futuro, sin escaño, nómina y poder!».

Tambien mordaz titula su reflexión (1) Enrique Lázaro: «No te expliques capullo». «En estos casos -escribe- hay un dogma universal que lo mismo sirve para mafiosos que para gilipollas: la vieja Ley del Silencio. Si te trincan, cállate. ¿De qué te sirve, aun hablando de ti mismo en tercera persona, referirte a que «has llegado al limite de las contradicciones», que «la política genera una subjetividad tóxica» o que «el patriarcado multiplica esta toxicidad», cuando lo que haces no es otra cosa que seguir cavando tu propia tumba?». Me duele que sí lo cumpla, el comandante de la Guardia Civil Rubén Villalba, contaminado gravemente por esta maraña mafiosa que sacude los cimientos del Gobierno.
Citaré por último a Lourdes Durán1 en su columna «Erre que erre». «Ya hemos tenido tiempo suficiente de vivir en nuestras carnes o en las de otras mujeres, la parálisis que te produce cualquier asalto a tu dignidad». «Por esto no nos sirve este tuit de salida de la arena política, de quien busca dignificarse ya en sus primeros renglones cuando escribe que su compromiso en la política y en la militancia es «su manera de estar en el mundo» ¿Qué mundo? -se pregunta Durán-. El de los poderosos, los arrogantes, los mentirosos». «¿Por qué calló la izquierda que tú representabas, si todo indica que tus contradicciones («cerró la puerta; puso el pestillo; me tiró en la cama») son presuntamente un delito?».

Cierto. No hay grandes contradicciones entre lo escrito en la prensa nacional y la necesaria y valiosa prensa local. Pero quizás esta, esté más cerca del sentimiento de la gran mayoría silenciosa de españoles, responsables, trabajadores, disciplinados y sufridos, que ven como se insultan y ningunean instituciones, como se traicionan principios, como se desprecian valores que forman parte de nuestro ser como pueblo, como se arruina a una clase media (2), como se prostituye nuestra Historia y se presenta teñida de connotaciones partidistas, como se malgasta a mansalva y a conveniencia, sin la menor conciencia de cultivar el ahorro, de estimular la cultura del esfuerzo, de ayudar a mantener vivas las ilusiones de quienes quieren superarse.

¡Profetas que nos profetizáis la visión de vuestras propias fantasías! Obligados estamos a extirparos, sea cual sea el bisturí empleado.

1 Diario MENORCA martes 29 de octubre de 2024.
2 Soporta el 91% de la recaudación del IRPF.
* Artículo publicado en «La Razón» el jueves 31 de octubre de 2024.