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Si tú tienes un problema, un problema grandote, de los que llegan a quitar el sueño y la ilusión, de los que te pesan en los hombros como si fuera una cruz en plena Semana Santa, ¿qué prefieres? Por un lado, una pastillita que te ayude a dormir ese día y ya veremos al día siguiente o, por otro, una solución a ese problema que no te perjudique el sueño, te permita recuperar la ilusión y te quite ese gran peso. ¿Con qué te quedas?

A no ser que nos hayamos vuelto tarambanas (que ya podría ser) la gran mayoría preferiríamos una solución al problema, no una alternativa que mantenga la necesidad de depender de otros factores, ¿o no?

Pues parece que los mandamases piensan todo lo contrario, que es mejor ofrecer parches que te permitan ir capeando el temporal para que, de alguna manera, tengas una dependencia de ellos casi crónica.

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Los 200 millones de euros que se han anunciado (otra vez) para ayudar a los jóvenes – y supongo que a las ‘jóvenas’, a los ‘jóvenos’, a lus ‘jóvenus’ y a lis ‘jovenís’- con el pretexto de Alquiler Social es una tontería tan grande que no me bastan los caracteres de este artículo para explicarlo. Primero por una cuestión de números... Si tomamos la referencia de los 11 millones de jóvenes que había en España en 2023 entre los 20 y los 40 años y, tirando a lo bajo, colocamos a 1 millón de esos jóvenes solicitando y recibiendo la ayuda de los 200 millones de euros, supone una ayuda única de 200 euros por solicitante que consiga vencer al monstruo de la burocracia de este país. No serán tantos que lo consigan, lo sé.

«Eso es ser tremendista», me podrás decir. Y lo entiendo. La realidad del bono es que ofrece un máximo de 6.000 euros repartidos en 2 años para los que consigan cumplir con el paperum. Pero, ¿habrá cambiado la situación de la vivienda en estos 2 años? Muy seguramente no... Estaremos pagando algún impuesto nuevo para cubrir el enésimo agujero negro que generan unos gestores que viven más preocupados en generar dependencia a los que gobiernan que en darles soluciones.

Imagínate por un momento que en lugar de repartir paguitas como si fueran caramelos, se ponen a legislar sobre la vivienda o disminuir las trabas para que haya nueva vivienda. Qué sé yo, no digo bonificar al propietario, basta con protegerlo mínimamente, ante los que no quieren pagar -que es muy diferente de los que no pueden hacerlo-.

Porque no es lo mismo decir que vas a construir 184.000 viviendas sociales que hacerlo. Igual que no es lo mismo estar en campaña que gobernar, ni querer solucionar un problema que solucionarlo.