Sa Pallofa, un modelo de convivencia y alquiler atípico en Es Castell en plena crisis de la vivienda

El inmueble de la calle Victori alquila habitaciones a docentes y alberga una experiencia de comunidad

El inmueble, con acceso principal en la calle Victori, está incluido en el catálogo de patrimonio histórico del municipio de Es Castell. | Katerina Pu

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En Sa Pallofa nadie cierra sus cuartos con llave, procuran compartir momentos a lo largo del día, como la cena, y también realizar actividades y excursiones por la Isla. «Esto funciona así, se basa en la confianza, es un refugio», afirma el propietario de esta gran casona de diez habitaciones situada en el centro de Es Castell. José Luis Toledo explica que la casa, en la que se alquilan habitaciones a profesores durante el curso escolar –en estos momentos residen cinco–, y también conviven amigos que visitan Menorca, es un proyecto comunitario que nació en 1981.

«Funcionamos entre nosotros mismos, para nosotros la privacidad es muy importante», añade el dueño de Sa Pallofa, una asociación cultural y recreativa, también una comunidad que surgió de un grupo de amigos hace más de 40 años y que es bien conocida en el pueblo.

Toledo se sorprende del interés informativo que despierta ahora la casa, que radica en la originalidad del proyecto y el buen precio al que ofrecen alojamiento –menos de 300 euros con gastos incluidos–, en un momento en el que acceder a la vivienda es una misión imposible para muchas personas que, además, dedican a ello buena parte de su sueldo.

Detalle de la puerta de la casa y la placa con su nombre en la fachada.

Pero cuando se le pregunta al propietario por ese bajo alquiler, está claro que el negocio no es su motor principal, «cobro lo justo, no me lo voy a llevar a la tumba», es la respuesta, peculiar en los tiempos que corren, del impulsor de este lugar atípico.

Hasta ahora el alquiler de habitaciones es algo que circula de boca en boca entre docentes, sobre todo procedentes de Mallorca, algunos valencianos, también catalanes, hay gente de distintas comunidades autónomas «pero la mayoría son mallorquines», señala el anfitrión de Sa Pallofa, quien recuerda el problema de las sustituciones y el desplazamiento para los profesores, «algunos vienen para un mes y si no encuentran alojamiento tienen que buscar un hotel para no perder el trabajo». Otros se desplazan para un curso completo, «y en verano vienen amigos a pasar las vacaciones».

La casa se mantiene habitada y conservada en invierno, que era uno de los objetivos de su propietario, «es una manera de darle vida».

Los inicios

En Es Castell hay adultos que recuerdan, de su niñez, cuando a Sa Pallofa llegaban escolares de fuera de la Isla, en viajes de fin de curso, y se organizaban partidos de fútbol en el pueblo.

José Luis Toledo relata que la idea de adquirir la casa surgió de un grupo de amigos catalanes «que veníamos en verano a Menorca hace 44 años y decidimos hacerlo de forma comunitaria, para disfrutar de la Isla y de la convivencia».

Cuando decidieron comprar el inmueble este se hallaba en muy mal estado, tuvieron que rehabilitarlo con voluntarios. «La compré yo, pero mis amigos me prestaron dinero y yo se lo iba devolviendo», recuerda. Y así fue como la casona se convirtió en ese refugio peculiar, un carácter que su promotor quiere que conserve, «no necesitamos que se llene de gente, somos pocos pero bien avenidos», resume. Sa Pallofa está situada en la calle Victori, donde tiene su entrada principal, y hace esquina con la calle Sant Jaume.

El inmueble no pasa desapercibido, por su original fachada y su acabado superior curvilíneo, además de sus balcones y ventanales. Consta en el interior de un gran patio en el que sus habitantes realizan las actividades comunitarias y de ocio.

El apunte

El edificio es del siglo XIX y está catalogado como casa señorial Adame

El Catálogo de Protección del Patrimonio Histórico del Ayuntamiento de Es Castell incluye el edificio de Sa Pallofa, construido en el siglo XIX.Está catalogado como casa señorial Adame, y de él se destacan sus fachadas de composición clásica, una potente cornisa corrida, y la barandilla opaca que presenta en su fachada principal, con un coronamiento curvilíneo «con cierto regusto barroco», como menciona la ficha del Catálogo. Está hecho de muros sillares de marès, teja árabe y envigado de madera en el techo. Es obligado el mantenimiento de sus fachadas y también está protegido su patio interior, así como una entrada principal con escalera de acceso en la planta noble «bastante importante» y que se debe conservar.