08/10/24 4:00
No hay padre ni abuelo que no haya jugado con sus peques más de cien veces a eso del esconderse y buscarte. Aprendes que eso de esconderse no es tan fácil y siempre te encuentran. A los mayores nos cuesta más escondernos sobre todo si juegas en casa, las bisagras no te permiten casi nunca utilizar los rincones más rebuscados y siempre te descubren por enseñar el plumero, es decir, porque se te asoma la cabeza por detrás de una mesa o una pierna mal doblada. Los peques lo tienen más fácil ya que para ellos esconderse bajo una silla es pan comido y al buscador ni se le ocurre mirar donde ni ellos se pondrían.