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Nos enteramos de que hay terraplanistas porque celebran congresos. Si nos fijamos bien, encontraremos antivacunas, conspiranoicos, ufólogos… un sinfín de negacionistas de la ciencia y sus conocimientos. Es el mismo mecanismo mental que afecta a la política con los trumpistas, sanchistas y otras esferas de nuestra vida social. Hemos conseguido una sociedad donde cada uno puede creer lo que quiera, siempre que sea políticamente correcto. Todo vale por igual. Puedes defender cosas inverosímiles e incluso, peligrosas. Vamos hacia un cambio de régimen político y no nos gustará el resultado. Pero la gente se cree lo que sea. De ahí que resulte fácil engañarla y casi imposible convencerla de su error. No intenten razonar con adeptos. Los ya convencidos son inmunes al razonamiento, las críticas, las pruebas. Militantes fieles dirán que es cierto todo lo que afirma el líder.

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Al sistema le interesa este batiburrillo. Hay que respetar a todo el mundo. No ofender a nadie. En el fondo, da igual. Fabricarán una realidad perfectamente ajustable a nuestras características y posibilidades mentales. Cada ideología con sus seguidores fanáticos, que se indignan y se pelean entre sí. Está todo estudiado. Resulta imposible desordenar el orden establecido. Mientras seas un devoto y les des tu voto aunque mientan, a nadie le importa un pimiento lo que creas o pienses. A efectos prácticos, eres completamente inofensivo.