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No hace mucho, mi mujer soñó que los electrodomésticos de nuestra casa se marchaban. Tenían unas patas largas y delgadas, como de araña, y se iban sin decir adiós. La casa quedaba despoblada de aparatos, y mi mujer estaba desesperada, porque quería ir a buscarlos y no sabía dónde. Tenemos que encontrarlos, decía, con lo que cuestan. Hay que hacerlos volver. Curioso, ¿no? Hoy no sabemos vivir sin electrodomésticos. Hoy no sabemos vivir sin ninguno de los adminículos de la vida moderna. Hoy, incluso los mayores, pensamos, ¿cómo podíamos vivir antes sin internet? ¿Cómo podíamos escribir sin ordenador? ¿Cómo podíamos citarnos sin teléfono móvil ni wasap? Y sin embargo, algunos somos hijos de una época en que había un par de cientos de teléfonos en el pueblo, todos accionados a través de operadora. Las conferencias internacionales tardaban lo menos media hora en sernos concedidas. Había, como mucho, un contador de agua en la casa, un fusible en la entrada de la electricidad, una lavadora con un motor rudimentario y poca cosa más. ¡Y podíamos vivir! Por no tener, no teníamos ni calentador de agua, y nos lavábamos solo los sábados en una tina con agua calentada al fuego del hogar. Hablando de hogar, ya saben lo que dicen: «Al hogar, como a la nave, le conviene la mar suave».

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Hoy tenemos cientos de electrodomésticos para hacernos suaves los mares del hogar. Y sin embargo, los electrodomésticos se estropean con una facilidad asombrosa, tienen una vida muy limitada, y cuando mueren por caducidad de una pieza, es más barato comprarlos nuevos que hacerlos arreglar. Cuando yo iba al colegio nos contaban maravillas de los Estados Unidos, no sé por qué… Decían que allí tenían televisores en color, cuando aquí nosotros no sabíamos ni qué eran los televisores. Otra cosa que nos decían era que allí era más barato comprar ropa nueva que mandarla lavar. Debía de ser una exageración, pero en vista de lo que cuestan las reparaciones de electrodomésticos, a lo mejor estaban en lo cierto. Hay que comprar, comprar, comprar aparatos nuevos. Por eso mi mujer estaba tan desesperada en el sueño. ¿Qué es hoy un hogar sin electrodomésticos? No es nada. ¿Se imaginan? Un hogar sin aire acondicionado, sin cafetera eléctrica, sin campana extractora, sin microondas ni horno eléctrico, sin frigorífico, sin congelador, sin lavadora, sin secadora, sin placa de inducción, sin lavavajillas, sin aspiradora, sin vinoteca, sin hidrolimpiadora, sin calientaplatos, sin dispensador de jabón…