Hace un millón ochocientos mil años vivió, en el África subsahariana, el Homo habilis, era un homínido capaz de fabricar sencillas herramientas de piedra, pero incapaz de dominar el fuego, entre otras cosas porque poseía un lenguaje muy rústico que no iba más allá de unos cuantos gritos guturales. Pero la cosa avanza para todos, menos para los creacionistas y el público de «Mujeres, Hombres y Viceversa», y hace unos ochocientos mil años, en unos valles próximos al mar Muerto, los Homo ergaster y los Homo erectus ya poseían un leguaje lo suficientemente complejo como para trasmitir, de generación en generación, el secreto del fuego. Como le pide el rey mono Louie a Mowgli en el «Libro de la Selva», con una canción embaucadora que hechiza al entrañable oso Baloo (ya me he vuelto a ir por las ramas, como me lea un psicólogo becario me pone la etiqueta de déficit de atención, rollo TDAH, en cero coma cero segundos).
Con derecho a réplica
El club de los ofendidos
14/06/18 20:45
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