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Un gesto puede cambiar muchas cosas. Me hace gracia cuando se pregunta a los personajes públicos qué es lo que le gustaría que pasara en el mundo y muchos responden mucha paz o no más hambruna. Pero todo se queda en esas palabras que cada vez que las leo me caen en el abismo del vacío.

Y es que lo importante son los gestos pequeños que van cambiando nuestro planeta. Por ejemplo hay dos acontecimientos que viviremos mundialmente. Uno es más próximo, los mundiales de fútbol que se celebrarán en Rusia. Con todo lo que presuntamente sabemos de este país de haber influido en las elecciones norteamericanas a favor de Donald Trump o de haber intervenido en el conflicto del independentismo catalán. De la situación que vive Ucrania; y de atentados contra exiliados rusos en Londres; y que apoya la guerra contra Siria. Si los futbolistas dijeran «nos negamos a jugar», si Pep Guardiola garante de los derechos mostrara un lazo del color que sea por los derechos humanos. Esos gestos si que me sirven.

Otro de los acontecimientos que viviremos dentro de un año es el festival de la canción en Eurovisión en Israel. ¿Qué haremos? ¿Irán los cantantes? ¿Participará España? ¿Estaremos todos pegados al televisor, viendo estos acontecimientos? No creen ustedes que deberíamos hacer una reflexión, un pensamiento profundo. Si es que verdaderamente estamos comprometidos con causas justas. ¿O será el fútbol y la canción la anestesia perfecta que buscan los dirigentes para apaciguar emociones e intelecto?

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Se van a celebrar estos eventos mundiales en dos sitios como Rusia e Israel cuyos dirigentes oprimen a otras sociedades con su devastadora crueldad con otros seres humanos como los sirios o los palestinos en Gaza. Por mi parte no encenderé la televisión ni daré minutos de gloria en señal de protesta contra la hipocresía de los dirigentes. Y menos para que entidades deportivas, o musicales se lucren con un dinero que desde mi punto de vista está manchado de sangre. Ese gesto comienza por mí misma. Me sentiría tan mal estar en un bar o en un sillón frente a un televisor viendo ¿deporte? ¿música?, cuando detrás de las cámaras hay mucho sufrimiento provocado por los países anfitriones.

El deporte y la música representan dos valores positivos que cultivamos los humanos. Están representados por estrellas a las que seguimos y admiramos pero que en esencia son personas con los mismos derechos a crecer sin hostilidades, ni bombas, a proteger a sus familias, a vivir en unas condiciones dignas. Muchos disfrutan del espectáculo sin preguntarse qué hay detrás del telón. Yo prefiero compartir con mis hijos la decisión de apagar el televisor, para que el día de mañana se comprometan con pequeños gestos que si no cambian el mundo, al menos nos cambian a nosotros.

@sernariadna