Nunca perdió el acentó andaluz con el que llegó a Menorca hace 47 años para ascender con el CD Menorca a la Tercera División. Desde entonces hasta su prematuro fallecimiento hace una semana, ha sido Juan Millán, posiblemente, la persona que mejor ha encarnado el concepto de fútbol total no solo desde el terreno de juego, donde exhibió dotes como centrocampista técnico pero sacrificado, sino también en los banquillos, en los despachos y en la grada. Millán lo ha sido todo en el fútbol menorquín, desde profesional riguroso hasta modesto aficionado pasando por varios estamentos directivos de la Federación balear. Incluso realizó una incursión en política, en la lista del PP al Ayuntamiento de Maó de hace tres legislaturas.
¿Quién le iba a explicar algo nuevo del mundo del balompié a este cordobés nacido en Castro del Río, amable, de educación exquisita, que utilizaba el 'usted' para dirigirse a juveniles de 16 años?. Apenas se le recuerdan expulsiones ni graves desaires en su etapa de entrenador, lo que no excluye que el fuerte carácter le brotara en alguna que otra circunstancia sin que por ello precisara faltar al respeto a nadie.
Hoy, tan en boga el deleznable comportamiento de algunos padres en los partidos de fútbol, bien harían estos en tener como referencia a alguien que se ha marchado de este mundo como reconocido caballero del fútbol insular.
El fallecimiento de Juan Millán, personaje fundamental, en la historia del CE Alaior al que dirigió durante casi una década en Tercera División, provoca un vacío irremplazable en cientos de hombres con los que compartió tiempo y espacio alrededor del fútbol.
Dominador de lenguaje gestual y poseedor de un discurso contumaz y persuasivo con simpáticos giros verbales («si fuéramos marcado antes, el partido habría sido distinto»), decía por ejemplo, Millán será recordado por su tangible aportación al deporte menorquín durante casi medio siglo. Le echaremos en falta, sin duda.