A veces la vida decide por ti. El MENORCA cumplía setenta y cinco años (cuarenta y cinco de los cuales has vivido en primera persona) y tú, amante incondicional del rotativo, pensabas acudir a los actos conmemorativos. Pero la vida, desatenta en este caso, decidió, sí, por ti, disfrazada de gripe. No pudiste asistir a la gala «Música per a una celebració: 75 anys donant veu a Menorca» y, tampoco, al tradicional Sopar de Sant Antoni. Pero, como señalara ya en su día Saint Exupery, hay muchas formas de ver… Y de vivir…
Y aunque no estuviste, estuviste. Gracias, entre otras cosas, a los entrañables emails de ánimo de dos inmejorables amigos: Josep Bagur y Josep Pons Fraga, a quienes te une una relación de afecto y complicidad. No en vano ellos han tenido igualmente tempranas y enriquecedoras vivencias bajo el techo del MENORCA al que quieren en justa demasía… Les contestaste diciendo que permanecerías moralmente junto a ellos en los actos, recreando lo que se estaba celebrando más allá de tu cama, no muy lejos, viéndolo con la mente y, aunque suene a rancio, con el corazón. Al cabo de unos días, concluido ya todo, recibiste un nuevo mensaje en el que Josep Pons Fraga te remitía, con esa cortesía que le caracteriza, el texto de su intervención en el Sopar de Sant Antoni. Se lo agradeciste. Lo leíste. Te pareció espléndido. Aunque temiste que su riqueza no fuera percibida en su totalidad por la rapidez que exige la expresión oral. Lo que a ti se te ofrecía era otra cosa: la posibilidad de leerlo y de releerlo y de meditarlo, porque lo dicho por el editor daba mucho juego…
Pons Fraga efectuaba, por una parte, un breve pero conciso repaso a la historia –dura y, por dura, heroica en muchos casos- del MENORCA. Y, como no podía ser de otra manera, iban aflorando nombres que en tu adolescencia fueron determinantes: el padre Cots (tu confesor, amigo y paradigma de coherencia), Mateo Seguí y Guillermo de Olives (a quienes siempre consideraste como padres putativos, artífices de tu entrada prematura en el diario). Y mediante las connotaciones de las que ya tratara Proust, pudiste revivir así aquellos años prodigiosos que te enseñaron que la historia se escribía, frecuentemente, en las calles, en los días inadvertidos y en los nombres anónimos, más que en los libros de texto. Por otra, Josep Pons Fraga escogía, con extremada habilidad, algunas citas para describir los peligros que corre actualmente el periodismo, cuando no la sociedad misma: la manipulación, la banalización, la creación deshonrosa de estados de opinión basados en la mentira, la indefensión de los inocentes, etc…
Algunas de esas citas invitaban a la reflexión, así como la propia voz del editor, al señalar: «A l'hora de crear l'opinió pública, els fets objectius tenen manco influència que les crides a l'emoció i a les creences personals. Com assenyala Antoni Bassas, 'el que realment passa és menys important que com ens fa sentir el que passa' (…) A les facultats de Periodisme ens ensenyaven que 'els fets són sagrats i les opinions són lliures', però avui s'ha capgirat, de manera que les opinions són sagrades i els fets, opinables (…) Les fake news no són noves, i per açò, el papa Francesc denúncia aquest relativisme informatiu i ens adverteix que llegir notícies falses és com devorar brutícia». ¿La solución? Se aportaba en este mismo texto: «És el moment de reivindicar la feina del periodista, i sobretot de la premsa local (…) Periodistes que escolten i coneixen les històries de les ciutats; i que amb l'experiència adquirida al carrer i a les redaccions saben distingir una notícia d'un rumor; la font d'una notícia bona d'aquella filtració interessada. Davant del dubte, sempre periodisme. (…) Aquesta és, senyores i senyors, l'extraordinària responsabilitat d'«Es Diari».
Gracias, Josep Bagur y Josep Pons Fraga, nuevamente, por esas nuevas muestras de afecto. Y gracias por haberme/te dado los ojos de los que un día hablara Saint Exupery.