El otro día pasaba yo por delante del televisor, que debe de ser la versión antigua de zapear, cuando oí que decían que no sé dónde se había producido una reyerta con un muerto. Me quedé un rato pensativo, porque la cosa no aclaraba si se habían peleado con el muerto, o si a causa de la pelea había habido que lamentar una muerte. Que esa es otra, me refiero a lo de las víctimas mortales que a veces también dicen por la tele. Verbigracia: ha habido en esta pasada Semana Santa no sé cuántos accidentes con no sé cuántas víctimas mortales. Uno piensa: luego también hay víctimas inmortales. Uno piensa que la vida moderna ya es demasiado, porque en tiempos –en tiempos de Jonathan Swift y su Gulliver, por ejemplo— existían los inmortales, y esos, aunque hubieran querido, no se morían nunca. Puestos a citar podría traer aquí a colación la frase del coronel Aureliano Buendía, en «Cien años de soledad», de Gabriel García Márquez, cuando afirma: «uno no se muere cuando debe sino cuando puede».
Les coses senzilles
Reyerta con un muerto
04/04/16 0:00
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