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Usted, a estas alturas de sus conocimientos, ya debería de saber, Doña Rita, que se puede pecar por acción o por omisión. Pero antes déjeme que le diga en un ejercicio de generosidad que puedo admitir que Rita Barberá no ha robado ni un céntimo de euro de los caudales públicos, pero eso no la libera de haber hecho un ejercicio de su gestión pública como alcaldesa de Valencia lamentable. Y lo que usted ha hecho, quizá habría que decir lo que usted no ha hecho, debería de estar penado por la ley y además con severidad.

¿Cómo tragarse eso de que todos los asuntos judiciales que la salpican son falsos? Con esta postura parece evidente que prefiere pasar por sorda y ciega antes que reconocer que hizo dejación de sus obligaciones, preocupándose cero patatero de cómo cumplían concejales y asesores que dependían directamente de la primera vara municipal, o sea de usted.

No sé cómo se apañan para presuntamente mentir tan descarada como torpemente alguna persona que ocupan o han ocupado tan altos cargos. Caso pongo por caso de Ana Mato. ¿Cómo pudo ser ministra de Sanidad quien era incapaz de ver en el garaje de su casa un coche de alta gama, ni más ni menos que un jaguar, con lo llamativo que resulta ese cochazo? En cuanto a usted, doña Rita, imagínese que un artesano del ninot faller le monta una falla cuyo título podría ser «Ninot faller escondiéndose tras los visillos de una ventana». Quin paperot, señora! Porque el tal ninot resulta ser la exalcaldesa de Valencia durante 24 años. Y además, ahora que ya no es alcaldesa, sigue siendo usted muy cara, carísima diría un mileurista, pues según lo publicado en prensa, cuyo recorte conservo, resultaría que a pesar de su absentismo laboral de un Senado que lleva sin pisar desde el 20 de enero, cobra un sueldo de 2.813 euros (sueldo de senadora), un complemento de 1.431 euros por presidir una comisión, aparte de ser indemnizada con 1.822 euros por no ser de Madrid; total que entre pitos y flautas la 'criatura' cobra unos 6.000 euros, un millón de pesetas mensual. Estos abusos los permite la ley pero son rechazados de plano por aquellos que aún conservan intactas la vergüenza y la dignidad. A propósito, ahora que lo pienso, hace usted bien escondiéndose detrás de los visillos de una ventana. No es ni más ni menos que el lugar adecuado que no debería usted de dejar de usar.

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La presencia ante la prensa del sábado 25 de febrero 2016 de Rita Barberá, fue a mi modo de ver para sentir vergüenza ajena. No sé quién la asesora pero que el Todopoderoso perdone tanta falta de intelecto, dejando caer acusaciones sin presentar pruebas hacia un partido político, concretamente Podemos. De este partido dijo «que no teniendo estructura de militancia para recabar aportaciones, ni aportaciones del Estado, cómo es posible que hayan podido hacer tres campañas seguidas». Señora, qué oportunidad tuvo usted de haberse callado cuando es precisamente su partido el que está bajo sospecha de financiación ilegal en Madrid. Su partido, el PP, el que por ejemplo en Valencia la Audiencia Nacional abrió el viernes 26 de febrero juicio oral por financiación ilegal en las elecciones 2007-2008.

Créame, señora, que no le va a servir de mucho que Rajoy, a fe de dejar doloridos en su autoestima a más de cuatro, dijera en aquel mitin: «¡Rita, eres la mejor!». De parecida intención díjole a Jaime Matas que él quería gobernar España como Matas gobernaba Baleares (apaga y vámonos). Y a un tal Carlos Fabra, del que consideraba que era un hombre honesto y honrado, político y ciudadano ejemplar para el PP y para la ciudadanía de Castellón, cuando en realidad era un chorizo como una casa. Y de un tal Alfonso Rus dijo en un mitin de 2007: «¡Alfonso, te quiero… te quiero, coño! ¡Tus éxitos son mis éxitos!». El personaje no es un cualquiera pues es expresidente del PP de Valencia. Tan ilustre individuo fue detenido en la operación Taula. Alguien en el PP debería de saber por qué. Todo tan pulcro, mire usted, como un montón de estiércol.