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Cuando el político que va a enfrentarse a ese severo fielato de las urnas se da cuenta que tiene el voto contrariado porque en mala hora se le olvidó que en democracia la figura más importante es la que forma el conjunto de la ciudadanía, entonces no le queda más que ofrecer unas bonanzas por venir aunque en su mala memoria o su torpe inconsciencia se la haya ido por el sumidero de la credibilidad lo que en los cuatro años que ha estado a «la caña del timón» del gobierno, aseguró que iba o no iba a hacer, lo que hizo y lo que no hizo cuando ocasión tuvo de más de darle al personal lo que sistemáticamente les negó. Y ahora, sin darle ni una miaja de pudor, recuperada la amnesia gubernamental, vuelve al mismo o parecido monólogo, reprometiendo lo que ya prometió y habrá tontolabas que vuelvan a creérselo.

Al margen de esta circunstancia tan recuperada en cada presidente de gobierno cada cuatro años, miren ustedes señores políticos que ofertan su gestión futura envuelta en confeti color de rosa, déjenme decirles cuatro cosas sobre un par de asuntillos que a nada que tengan ustedes pundonor, lo que los toreros llaman vergüenza torera, deberían de tomárselo alguna vez en serio.

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Échenle la llave al senado de una vez por todas, no acaben de convertirlo en el penúltimo refugio de los grandes beneficiados de la gestión política cuando la gente se harta de ellos y los manda de una puñetera vez a sus casas. Qué poco ético es que encuentren la poltrona del Senado para seguir viviendo a cuerpo de rey a costa del presupuesto financiado por la ciudadanía. Segundo punto, un programa electoral viene que ni hecho adrede para eliminar de un plumazo a ese ejército de aforados. En EEUU, Reino Unido o Alemania, pongo por caso, no hay ni un solo aforado. En Portugal, en Italia o en Francia, solo están aforados los presidentes y en algún caso el gobierno. Aquí pasan de 10.000 los aforados. No parece que otros países con democracias avanzadas les haga ninguna falta aforar a jueces y políticos. Será que allén de las fronteras, ni se dan ni se temen que den las circunstancias que aquí motivan el privilegio de un ejército de aforados. Luego encima nos quieren hacer creer que aquí la justicia es igual para todos cuando, sin ninguna otra circunstancia (que las haya a docenas), tenemos 10.000 motivos para decir que la justicia aquí no es igual para todos. 10.000 aforados son una verdadera vergüenza. Como lo es, por poner un caso gráfico extendible luego a otros personajes, si lo que escuché esta semana por la radio es verdad, resultaría que José Bono por haber sido presidente de Castilla la Mancha, tiene aparte de su paga, coche y chófer, despacho y dos secretarias. Si eso es así, ya me contarán ustedes.

A mí no tiene por qué hacerme caso pero por lo menos, hagan caso del sentido común.