Os habéis acostumbrado tanto a cuantificar la vida que, cuando ésta os muestra su lado menos amable, no la sentís, porque, a la postre, todo se reduce a una cifra. Seis millones de parados no os inquietan ya que, al fin y al cabo, son una mera cantidad. Sólo cuando una de esas unidades adquiere rostro (el de vuestro hijo o el de la hermana) os dais cuenta de que, probablemente, calculabais mucho, pero sentíais poco. O nada.
Sobre esa indiferencia vuestra los corruptos han izado sus alcázares. Y sobre esa inacción, su pasmosa impunidad, su hiriente tranquilidad… Incluso, amparados en la sedación de las matemáticas, también muchos han edificado sus fortalezas, aunque fueran menores… De aquí que, en un ayer olvidado injustamente, una ínclita ministra socialista, sin rubor (¿sin vergüenza?) manifestara que el dinero público (el de los hombres honrados tildados en el presente de tontos) «no era de nadie». Que se lo cuenten al jubilado sin aurora, al paciente sin radioterapia, al alumno sin libros, al adolescente sin futuro, al obrero sin trabajo, al niño sin bocata, al matrimonio sin casa cuando éstos, desterrados los cálculos, os muestren la incómoda imagen real de lo que os envuelve, de la corrupción, de la inmoralidad de miles. Son, al parecer, legión.
- ¿Granados?
- ¿Granados? Granados, Blesa, sindicatos, E.R.E.S… Son, sí, legión…
- ¿Quién enmendará el entuerto? –te preguntas-.
Crees que únicamente la inmediata, radical y total regeneración de todas las formaciones políticas (temes no poder efectuar excepción alguna) podría obrar lo que se te antoja como milagro. Pero ero sería tanto como rogar, metafóricamente hablando, a un ladrón que construyera cárceles, o a un delincuente que exigiera aumento en la plantilla de la Guardia Civil, o a un…
- ¿Qué tal las nuevas formaciones políticas emergentes?
Sabes (lo supiste, lo sabrás) que tampoco el remedio pasa por la radicalidad, alimentada y sustentada más por la visceralidad del momento que por el raciocinio…
- ¿Y mientras tanto? ¿Seguiréis, pues, con el culo al aire?
- Y, mientras tanto, obstinarse en la honradez personal, perseverar orgullosamente en ella y defenderla como valor ineludible…
- ¿Y?
- Intentar que tu sueño se trueque en realidad…
- ¿Sueño?
- Aquel en el que, a los corruptos, tras la pena de cárcel y exigencia de reparación, se les infringiría, con toda severidad, otra pena, la de «vivencias», formulada –a ellos les gustaría- en cifras…
- ¿Pena de vivencias?
- Que los chorizos metidos a políticos o los políticos metidos a chorizos tuvieran que vivir 6 meses en los geriátricos mejorables; 12, pernoctando en las urgencias hospitalarias; 24 sobreviviendo con trescientos euros mensuales; 48 durmiendo en los cajeros de la desvergüenza; 96 comiendo en los comedores sociales; 192 conviviendo con los solitarios ancianos con demencia, pero sin ayudas a la dependencia (negadas o permanentemente retrasadas); 384 mendigando en los portales; 768 acompañando a padres y a madres en paro rozando el desahucio (físico o domiciliario); 1536 mendigando en las colas del paro; 3.072 mirando angustiados a un hijo al borde de la desnutrición…
- ¿Scrooge?
- Algo parecido…
- ¿No del todo?
- No, no del todo. En el relato de Dickens el viejo avaro se redimía gracias a la presencia de tres fantasmas. Era un hermosísimo ejemplo de regeneración personal. Dudas sinceramente de que los corruptos de vuestro presente aciago lo hicieran. Vivir, de pronto, el dolor ajeno provocado puede despertar una conciencia, pero siempre y cuando, previamente, se haya tenido…
- Ya…
- Y 6.144 meses mirando, cara a cara, a quienes se robó. Porque eran alguien y no un apunte en un libro de contabilidad. Incluso tenían nombre…