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María de Villota la conocían sobre todo dentro del círculo de los coches de competición y poco más, hasta que desgraciadamente un camión se le cruzó en el circuito donde entrenaba. Quizá más en puridad, déjenme decir, en el asfalto por donde transcurría su vida acelerada, convirtiéndose en la noticia de una joven vida atropellada en el círculo del coche de carreras.

María de Villota tenía que presentar su libro el domingo pasado (día 13) pero la muerte vino temprano a visitarla y su libro, donde explicaba su lucha por la vida, se ha convertido, sin querer, en una inesperada necrológica.

Ahora aparecen, como siempre aparecen los que acostumbran a llegar tarde a los merecidos homenajes que debieran de hacerse en vida de quien los merece y no como consecuencia de una muerte inesperada, caso de María de Villota o de esas otras muertes que acuñamos como ley de vida, caso de quien en vida alcanzó fama o nombradía.