TW
0

Quedan veinte días para el inicio del curso escolar y suenan inquietantes tambores de guerra en forma de huelga indefinida. La irresponsable y desacertada actuación de la Conselleria de Educación, que emplea un delirante ordeno y mando para aplicar su rodillo ideológico, tapar las carencias de un modelo aplicado con gran torpeza y pasar cuentas pendientes, ha encendido los ánimos de una parte de la comunidad educativa, que recurre otra vez más a la fórmula de la huelga, reiterada en los últimos meses, en algunos casos con poco seguimiento. Pese a la gravedad de los hechos denunciados, la huelga es un error. El paro en cualquier servicio público ha dejado de tener efecto en gobernantes con el callo de la protesta ya muy duro. Es más, un paro en la enseñanza alimentará aún más el insidioso discurso construido por algunos elementos del PP según el cual la mayoría de maestros son una especie de 'frankensteins' políticos que fabrican votantes de ERC a partir de las unidades orgánicas con mochila que los padres les dejamos cada día a las 8.30 horas. La huelga es un error. Como lo fueron los lazos en las fachadas de los colegios, porque los colegios en sí mismos deben ser neutros. Los maestros no deben ser pasivos, tienen que defender la educación pública, pero tienen la obligación de encontrar el modo de expresarse en contra de los disparates perpetrados por la Conselleria en otros escenarios que no sean las escuelas en horario de clases. La protesta contra los expedientes a los directores, en pleno agosto, fue un buen, un gran ejemplo. Yo quiero que mis hijos vayan a clase el 13 de septiembre en un ambiente de normalidad, y que los docentes que libremente opten por trabajar lo hagan con tranquilidad. Los actores lanzan sus proclamas en las galas, no en plena película.