Por la tarde, volvemos a la juventud con Skyfall, la última entrega de James Bond (no iba desde que se fue Sean Connery), que tiene mucho de renacimiento de una serie mítica, un auténtico western post moderno, con joyas imperecederas como "Desde Rusia con amor". Sam Mendes, el director, nos dibuja un Bond crepuscular, atormentado, freudiano, con su complejo de Edipo compartido por el villano Javier Bardem, en una interpretación magistral. Aunque al metraje le sobra media hora, la película es soberbia.
2-XI-12
Tiempo desapacible, ideal para la lectura. Así que termino, después de tres semanas de deliciosos esfuerzos, las monumentales memorias de Joseph Anton, el alias que utilizó Salman Rushdie, durante sus más de diez años de clandestinidad a raíz de la fetua dictada por Jomeini, un clérigo enloquecido a quien le pareció que su novela "Versos satánicos" era altamente ofensiva para el Islam y, por tanto, su autor reo de la pena de muerte.
El libro, escrito de forma novelada en tercera persona, relata con pelos y señales el cautiverio del escritor-quizá con excesiva minuciosidad, su único pero-, y es un canto a la libertad creativa del arte en unos tiempos en que las ofensas están a la orden del día, amparadas en un relativismo cultural mal entendido ( es conveniente relativizar creencias no verificables, sean de tipo religioso o patriótico), que propugna la impostura de que todas las peculiaridades culturales (incluida la ablación de clítoris) son respetables y por tanto exentas de toda crítica.
Rushdie, a través de un relato en el que abundan las referencias a la creación literaria (siguió escribiendo magníficas novelas durante su clandestinidad) y a sus relaciones con conocidos literatos-enfrentándose a alguno de ellos como John Le Carré-, nos cuenta su lucha por no caer en el olvido y por romper esa fatal equidistancia entre víctimas y verdugos que pretenden imponer los cobardes y /o olvidadizos. Una obra imprescindible para introducirse en el sinsentido del terrorismo y en la mente de un creador de primera magnitud (apunte para el verano: releer "Hijos de la medianoche").
3-XI-12
En Aló de tertulia con las amas de casa. Hablamos de la crisis, de Obama y del peligro del tea party, de Gallardón, el aborto y las malformaciones fetales, de la pasión de catalanes, de la superficialidad de la cultura de internet, del peligro del pensamiento positivo convertido en religión del siglo XXI, de la contrapuesta necesidad de un pensamiento no mágico sino analítico, sin prejuicios y sin sectarismos… Mi terror a pasarme de rollo se va disipando a medida que ellas se entusiasman y participan sin tabúes ni complejos. Nos lo pasamos en grande.
5-XI-12
Por fin toman la palabra los intelectuales (por cierto: ¿dónde estaban cuando el boicot a los productos catalanes y demás barrabasadas?). Su carta en "El País" sobre el problema catalán es razonable y oportuna. Tras abominar de la permanente confusión nacionalista, abogan por una solución inclusiva, un federalismo (¿asimétrico?), pero respetarían democráticamente una demanda catalana a favor de la independencia…
Otros intelectuales se muestran en "El Mundo" algo menos amables con los catalanes (como el propio periódico del inefable Pedro José, siempre al acecho de los excesos catalanistas), y defienden una nación española única e innegociable…
Lo desconcertante es que los hay que firman ambos manifiestos. Como si fuera compatible respetar al mismo tiempo la voluntad de los catalanes (con la posibilidad democrática de que pidan irse) y la unidad inamovible (¿sagrada?) de la patria común. Tiempos confusos estos, incluso para los llamados intelectuales…
6-XI-12
El TC avala el matrimonio homosexual. Los recurrentes dicen ahora que sólo estaban en contra del nombre de la cosa, no de la cosa en sí. Ellos sabrán.
7-XI-12
Discutía habitualmente con un viejo amigo, ya desaparecido, sobre la importancia de las elecciones norteamericanas para el resto del mundo. "Bah, da lo mismo cocacola que pepsicola", me solía responder él con displicencia de izquierdista resabiado. Pero esta vez es menos "lo mismo" que nunca; en plena crisis global está en juego el modelo de sociedad para las próximas décadas: o el triunfo definitivo del imperio del mercado libérrimo, la agresividad en política exterior, el Estado mínimo, el negacionismo sobre el cambio climático, el sálvese quien pueda y su corolario de desigualdad creciente, o por otra parte, el último intento democrático de regular las filigranas financieras, modular las condiciones de salida y las reglas del juego a través de un Estado, no paternalista, pero sí participativo, el respeto a la naturaleza, el multilateralismo en política exterior…
Me voy inquieto a la cama. Pocas horas después, la radio matutina despeja nubarrones: Obama ha ganado. Algo es algo.
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