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Como en principio parecería ésta una empresa propia de titanes, sugiero que la dejemos en manos de Obama (confiando en que no gane el otro pavo) o deleguemos incluso en el CERN, en la esperanza de que finalmente se descubra la partícula portadora de justicia, que quizás aparezca adosada al bosón de Higgs; sugiero pues que nos centremos por el momento en arreglar el puerto de Mahón, reto en principio más modesto pero aparentemente con mayores expectativas de éxito.

Para empezar, quizás haya llegado el momento de dar por finalizada la performance que nos ha tenido a todos subyugados durante los pasados lustros. Ha sido muy bonito. Hemos flipado con la creatividad exhibida, pero ha sido suficiente. Ya hemos visto arruinarse suficientes edificios emblemáticos. Ya hemos subvencionado suficientemente a grupos barnizados de rojete marca señorita pepis o ecologistas selectivos que se rajan las vestiduras ante el arreglo de una bollera pero callan ante desastres como el destrozo de playas perfectas o dan por buenas edificaciones estrambóticas y presentan perfil bajo ante reducciones del espejo de agua. Ahora apetece ya un poco de gobierno de la lógica. La fruta fermentó. Venecia se hunde (no solo la de las góndolas), y aunque a Branson ya se le dio la patadita en el culo, todavía estamos a tiempo de parar el contraproducente proceso de desalojo de las casetas de S'Altra Banda a quienes caducaron las concesiones. No esperemos a que Mercedes Milá y otros heroicos resistentes tengan que llegar a Estrasburgo; hagamos ahora lo necesario para evitar nuevas ruinas. Quizás el gobierno local deba luchar para modificar ciertos reglamentos que han demostrado ser sumamente inadecuados por comportar consecuencias demenciales. Los daños ya han sido enormes. La llagostera, el Rocamar, el Hostal Miramar llevan años en proceso de necrosis desperdiciando sus posibilidades como generadores de riqueza por una legislación nefasta o porque a alguien (que no debía de estar pensando en sus hijos) decidió que molaba más decir que no a todo.

Se podría proseguir poniendo en valor el enorme potencial del puerto. La regata Panerai ha puesto de manifiesto que hay eventos que en una semana aportan más riqueza al comercio y hostelería de Mahón que todos los hoteles de pulsera de la Isla juntos en toda la temporada. A pesar de que la mayoría de los restauradores del puerto al parecer todavía no se han percatado de ello, esta regata es un regalo que deberíamos cuidar. He sabido que el número de restaurantes que han colaborado con la organización (con cenas ofrecidas a jurados etc) ha sido irrisorio. Esto denota que no solo algunos políticos andan despistados al respecto. La iniciativa privada debe mover también el culo. El maná ya no cae como antes. Si perdiéramos esta regata bien que se lamentarían quienes ahora han negado su colaboración. Sugiero un apoyo masivo el año próximo. Sugiero que no solo la Conselleria de Deporte, sino también la de Turismo utilicen esta regata como plataforma de promoción de la Isla, y por tanto aporten medios para su difusión allende los mares.

Tirando por alto, esta cita de barcos clásicos podría ser el germen que diera origen a una escuela de vela internacional en alguna de las islas del puerto de Mahón que podría competir por calidad técnica del emplazamiento por belleza del entorno y por la tradición y sabiduría acumuladas con la prestigiosa escuela de Cerdeña, por ejemplo.

La peatonalización ha mostrado por otra parte las posibilidades del puerto como rambla. Una vez que se inaugure la obra civil más longeva (después del canal de Suez) que han conocido los siglos, y un aparcamiento conectado con un ascensor ponga realmente difícil a los buscadores de zarzales enredar en ellos sus vestidos más elegantes, quizás entonces se despeje el camino hacia la desaparición de los coches aparcados a orillas del mar y nacerá un paseo impecable a disposición de los amantes de la belleza y la calidad de vida.
Por soñar que no quede.