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"En el naufragio de la política
Se hunde siempre el sentido
común".

Estamos en la política del lenguaje asilvestrado de cuando a los políticos les da por utilizar el verbo grueso, con la misma saña que quien utiliza una espada, un florete o un sable en una competición de esgrima.

En la campaña previa a las elecciones, se llegan a decir verdaderas idioteces, bueno, a veces, ni siquiera hace falta estar en campaña electoral. Un tal Pedro Castro del PSOE, a la sazón, Presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, allá por el 2.008, soltó aquélla perla "¿Por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha?" Aquello fue criticado y con razón, y ahora, a las puertas de unos elecciones legislativas, un personaje del partido que tanto criticaron aquello, un tal Esteban González Pons a la sazón vicesecretario de comunicación del PP, nº uno por Valencia en las elecciones del 20-N, va el hombre y dice: "no hay ningún español tan idiota, que quiera la continuidad que el PSOE ha dado estos años". O sea, que llamó idiotas a 11.00.000 de españoles, más o menos el mismo número que el otro lenguaraz les llamó "tonto de los cojones". Va a ser verdad que en algunas cosas, la izquierda y la derecha no se diferencian en nada.

Parece mentira que estos incapaces de sujetar quieta la lengua, tengan o hayan tenido algún cargo político. Olvidan que ni los gritos ni la acidez del lenguaje, han dado nunca a nadie la razón. La razón no es otra cosa que el concepto que se da a los argumentos que se exponen sin faltar a la verdad, y aún a veces Ni así se tiene razón.

Estamos en plena campaña mitinera de unas elecciones que algunos califican de transcendentes, calificación interesada, pues éstas, no son ni más ni menos, que las votaciones de siempre para elegir un nuevo gobierno, que además aquí, de manera enquistada, sólo hay dos partidos que opten a dirigir la política española.

En cualquier caso a mí me resulta penoso comprobar en los distintos mítines, cómo ni PSOE ni PP, están introduciendo en sus argumentos a la hora de pedir el voto a la ciudadanía, un unitario y férreo compromiso para erradicar de la política la corrupción.

Es más, llevan descaradamente en sus listas electorales, personas a las que la justicia les ha tomado interés. Eso dice muy a las claras, el poco o nulo interés que tienen en luchar contra esa lacra nauseabunda que lo contamina todo, cómo una metástasis del trinque, por quienes se presentaron a la política disfrazados de políticos. Tampoco por eso, llevan el compromiso de anular de una vez por todas, la incalificable y laxa aptitud que permite la figura política distorsionadora de los tránsfugas, verdaderos okupas de un pernicioso funcionamiento a la hora de que figuren en una formación de un equipo de gobierno los que el votante ha elegido y no otros. Otro punto que tampoco figura en el guión electoral, es la modificación que por fin corrija el hecho incuestionable de que todos los votos tengan el mismo valor a la hora de contabilizarlos. Es como poco repudiable, que un partido, por tener la condición de autonómico, le basten la mitad de los votos, que otro partido por tener el carácter de nacional, necesita para obtener a la postre, un escaño en el Parlamento, con lo que suele suceder, que con escasa representación dentro del Estado, se puede y de hecho ya ha pasado, condicionar la voluntad de una mayoría y, dificultando a la vez, el normal transcurrir de la política democrática. Todo el mundo sabe, que eso es a todas luces una injusta manera de interpretar partidistamente la voluntad del votante.

Esta campaña electoral está dominada por la crisis. Sin embargo, tampoco por eso se postulan criterios en los dos partidos mayoritarios, para que quien llegue al poder, pueda buscar, pueda esclarecer y finalmente sancionar a los culpables de eta crisis, salvo que: ¡Oh fenómeno sobrenatural¡ la crisis sea una cosa abstracta, capaz de sobrevenirse sola sin la torpe manipulación humana, cosa que como sabe el más tontito del lugar, no ha sido para nada de esa manera, porqué culpables los hay ¡ya lo creo que los hay!.

Por todas estas y otras deficiencias, la actual campaña previa a las elecciones legislativas, no me ofrece especial interés, pues salvo ese infatigable ejercicio de andar metiendo el dedo en el ojo ajeno o esa otra torpeza tantas veces repetida del "y tú más", poco más se puede decir.

Yo agradezco mucho al político que en su ejercicio mitinero, si no tiene nada interesante que decirnos, deje de hacerlo con sus palabras.