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Por si la desinformación que practican o las condiciones, a veces leoninas, que imponen o su cuestionable colaboración en el embrollo en el que estamos metidos no fueran suficientes para justificar el descrédito que sufren las entidades financieras, se conoce estos días la metedura de pata de una de ellas. Sin que se sepa muy bien porqué -los afectados hablan directamente de mala fe- su banco decidió aplicar las cantidades que abonaban en concepto de hipoteca a otros créditos, lo que motivó el impago de tres cuotas y una demanda que a punto ha estado de dejarles en la calle. Si no pagas mal, y si pagas y te despistas, mal, fatal. Está la cosa como para que los bancos, esos secuestradores del presente y del futuro, se vayan equivocando. A no ser que lo hagan para bien. Porque a un error atribuyó una vecina de La Restinga la aparición en su cuenta de un dinero inesperado. No ha sido cosa de duendes sino de CajaSiete, que solidaria con el desalojo del pueblo costero a consecuencia de la erupción volcánica, le ha perdonado tres cuotas de la hipoteca por el expeditivo método de ingresarle la cantidad correspondiente en su cuenta. Un detalle que demuestra que de todo hay en el sistema financiero.