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Obama anunció la semana pasada el final de la guerra en Irak. Confirmando, otra vez, que las guerras últimamente terminan demasiadas veces para empezar sólo una. Primero acaba y pasa a llamarse violencia en las calles, luego termina y se convierte en instauración armada de la paz, vuelve a acabar y se llama mantenimiento del orden , que luego desemboca de nuevo en un aparentemente definitivo traspaso de poderes y regreso de tropas.

Pero ni siquiera ahí se encuentra el verdadero final de la guerra. Todo el mundo lo sabe: las guerras continúan hasta que se dispara la última bala, hasta que se descargan las ganas de empuñar un arma contra el otro; hasta que ya no hay otro contra quien dispararlas. Cambiar de escenario no es finalizar la guerra. La misma guerra de Irak sigue todavía en pie, ahora localizada en otro lugar, eso sí, ahora más directamente enfocada en Irán.

Pero es que Occidente tiene una moral y un motor que entran continuamente en conflicto y no ha encontrado otra forma de seguir avanzando que describir el mundo mediante eufemismos. Para no herir sensibilidades, para no entrar en conflicto ético, aquí todo muta de nombre si es necesario y sale rentable. Hay infinidad de ejemplos, estamos rodeados de ellos, vivimos de creérnoslos.

Tercer Mundo es una forma pasiva de referirse al Primer Problema. La pobreza toma el protagonismo cuando el problema son las extremadas riquezas.

Se habla de crisis y de falta de dinero, pero no falta dinero, falta un sistema que reparta mejor la circulación del que existe, que no lo sobreexplote, que no vaya creando capas y capas de abstracción financiera para generar riquezas fugaces y breve contento a avaricias insaciables.

Se habla de corrupción política pero cuando las leyes permiten una y otra vez que se repitan los casos, cuando no nos blindamos contra ella, no es corrupción sino mafia, el problema está dentro, estructurando al sistema.

Los grandes enemigos del mundo, cuanto más malos son más crudo lo tienen, parece decirnos la actualidad, pero la realidad es que cuanto más crudo tienen más malos son: si tienen toneladas de petróleo bajo sus pies siempre acabarán con éstos por delante y siempre con las manos limpias los que privadamente lo aplauden.

Y es que la verdad que interpreta el papel de occidente en el mundo, la verdad más fiel, tal como viene, no es digerible para el aparato digestivo de una moral que se siente por encima o en todo caso privilegiada por saberse igual y por eso rompemos el espejo de la realidad con las palabras y la recomponemos luego recogiendo los trozos por la parte que no cortan.