Los mahoneses de 1924 jamás hubieran podido imaginar en qué se convertiría aquel paraje. Me refiero al estrecho camino de Santa María. Para los habitantes de esta ciudad debió significar un delirio el abrir una calle en la noria y molino que se encontraban en la plaza Explanada, actual José María Quadrado. Nada tiene que ver aquel Mahón con el actual, para ello fue preciso edificar los extrarradios, desapareciendo las norias y molinos que rodeaban la ciudad a modo de muralla natural.
Aquel mismo año, el constructor Sebastián Lladó Salleras adquirió dos tanques a los hermanos Juan, Pedro, Magdalena, Lorenzo y Juana, herederos de la señora Andreu Gomila, conocida popularmente como sa garnarera. Su propósito, construir una pequeña casita para el ocio familiar. Estancia de una sola planta, pensada para depositar las patatas y hortalizas, en uno de los rincones colocaba las herramientas y en el otro extremo la cisterna, con su recogida de agua de lluvia, unos fogones de carbón y un librillo donde poder fregar los platos. Su hijo Rosendo dejó escrito que la puerta de entrada a la caseta como la del huerto provenían del desguace del señor Vicente Marí, que se dedicaba a desmontar barcos, había empezado con viejas construcciones, le unía una buena amistad y mucha confianza con Lladó, al que encargaba las construcciones más importantes que se iban realizando en nuestra ciudad, no en vano él se presentaba a la mayoría de subastas, que curiosamente solía alcanzar.
Y lo que debía ser una pequeña casita de huerto, se fue agrandando, primero con una cochera, donde guardar el Ford modelo, T, un automóvil precioso descapotable de cortinas. En el fondo una pocilga, engordaban varios cerdos, uniendo a la familia en las tradicionales matanzas. Aquel descampado, muy pronto dejó de serlo gracias al gobierno de Azaña, incentivando a los militares de retirarse con toda su paga a la vida civil, muchos de ellos lo solicitaron, al conseguirlo cuatro de aquellos beneficiarios adquirieron a los hermanos Andreu sendos terrenos construyéndose su nueva casa. Ellos fueron los señores Baquero, Iglesias, Fornals y Juanals. Estos tres últimos eran músicos de la banda del regimiento de Infantería nº 46 de Mahón.
Al paso de los años, en una de las crisis económicas mas sonadas, Lladó con tal de no despedir a sus empleados decidió emprender la construcción de una casa en el solar que el llamaba de las doce chumberas, adosándola con la de su vecino y en otra ocasión construyó dos más.
En el quinquenio de 1945 al 50, Mahón disfrutó de una gran época de trabajo. La bisutería y el calzado, como ya dije en tantas ocasiones, proporcionaron un floreciente incremento a la albañilería y sus derivados.
Hubo grandes obras públicas y militares, de las cuales se benefició Sebastián Lladó, junto a don Francisco Hernández Escrivá y don Bartolomé Hernández Mora, conocido aparejador. Curiosamente muy poco se ha hablado del mismo cuando fue uno de los puntales en el mundo de la construcción, al cual intentaré dedicar futuras xerradetes.
Por aquellos tiempos se construyó entre muchísimas obras mas, el edificio de nueva planta destinado a residencia para oficiales y sus familias en Cala Corb de Villa Carlos.
En Mercadal, la reforma y adaptación edificio pabellones militares de Artillería. Se hizo la canalización de la bajada del agua potable de la fuente del predio, San Nicolás, en la cumbre de Monte Toro, hasta el cuartel de Artillería de aquella villa. El predio de San Nicolás era propiedad del farmacéutico señor Borrás de Villa Carlos, al que apodaban en Bernat Pixera.
Se finalizaron definitivamente los tres túneles destinados a polvorines en el barranco D'en rellotge, muy cerca de Alayor iniciados por los republicanos durante la guerra civil española, reforma total del cine Actualidades, convirtiéndolo en Sala Augusta de Mahón.
De nuevo en Mercadal, construyó la escuela Graduada.
Por aquel entonces el maestro Lladó disponía de cien obreros, y a pesar de disponer de tanta gente, hubo de desistir de complacer a sus clientes de Mahón, dado que obras más importantes le reclamaban, cosa que muchos no llegaban a comprender.
Debido a los constantes desplazamientos que debía efectuar, los responsables de Obras Públicas le facilitaron un coche Ford, modelo Sedan modificado en furgoneta y que al finalizar los trabajos le fue adjudicado.
Hubo un paréntesis para la familia, el 27 de mayo de 1952 falleció la esposa del maestro, con grandes dificultades, padre e hijo hicieron frente llegando a 1954, Lladó saco la subasta para la reforma de la plaza del Carmen, frente la iglesia, obra que se ejecutó muy rápido desmantelando la antigua, celebrándolo con una comida que corrió a cargo del maestro en una caseta de la cala de la Mesquida.
Según Rosendo Lladó, la relación nominal de operarios mas antiguos que se mantuvieron fieles a la empresa hasta el final de 1954, fueron: Los hermanos Juan, Lorenzo y Antonio Coll Piris; Jaime, Juan y Laureano Allés Piris; Marcelino Gomila, Francisco Pons Pons, Francisco y Mariano Martínez y Antonio Pons.
A los setenta y cinco años Sebastián Lladó Salleras se jubiló, traspasando el negocio al mejor oficial capacitado del grupo, Juan Coll Piris, que había permanecido a su lado desde que tenía catorce años. Se hizo por una módica cantidad a pagar a plazos, vendiéndole cuantas herramientas contaba, facilitándole el uso como depósito del sótano de la casa 48-50 de la calle Prieto y Caules.
El 11 de marzo de 1967, a los ochenta y siete años, falleció en su casa de la Raval, la primera que compró, construyéndosela a sus necesidades familiares. Sebastián Lladó Salleras fue un hombre fuerte, luchador, de carácter, de palabra y cumplidor, responsable y caballeroso a carta cabal, muy bien considerado por los que el pueblo llamaba es senyors, especialmente las señoras que al enviudar precisaban de consejos para poder continuar con sus fincas urbanas y prediales. Dejando de lado sus intereses, antes bien todo lo contrario.
Don Sebastián fue enterrado en la caseta que en 1924 el mismo había construido, al igual que otros muchos y varios panteones.
Para Menorca entera, fue un orgullo, y continúa siéndolo, su obra, que junto al arquitecto Femeninas lograron ejecutar autenticas obras de arte, de las que el pueblo echa en falta.
Descanse en paz, el maestro mallorquín, que amó tanto a esta isla de adopción. Para nosotros fue un pundonor poder con su buen hacer, y para esta servidora un pundonor y satisfacción haberlo dado a conocer por vez primera a grandes rasgos, rescatándolas del olvido.
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margarita.caules@gmail.com
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