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El melón está abierto. Por fin. De una vez por todas se empieza a hablar de reducir el número de administraciones para reducir el gasto público. De momento se ha puesto sobre la mesa la posibilidad de eliminar ayuntamientos. Rubalcaba apunta además a las diputaciones, y con todo el sentido común del mundo. En Balears también habría que hablar alto y claro sobre qué sentido tiene la convivencia entre el Govern y cuatro consells insulares, con competencias que rozan la duplicidad. Los constantes debates sobre traspasos, convenios y transferencias son un martirio que el ciudadano no merece cuando por otro lado ve peligrar incluso la gratuidad de la visita al médico y la Fundació per a Personas amb Discapacitat no llega a fin de mes. La preservación del actual número de ayuntamientos solo tiene sentido desde el más estricto sentimentalismo. Ellos se lo han ganado. La mancomunación de servicios ha sido anecdótica, pese a resultar efectiva cuando se ha aplicado. Los micromunicipios no tienen razón de ser. Y ya que sacamos la podadora a pasear propongo que en las próximas elecciones del 20-N se suprima una papeleta: Adiós Senado. No hay representación territorial efectiva sin partido nacionalista potente. Y si miramos hacia fuera, a por la UE. Tanto eurodiputado a cuerpo de rey para que a la gran Europa se le vean las vergüenzas en su primera gran crisis. A casa todos.