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La semana al 4 al 10 de julio del presente mes, el euro ha estado al borde del precipicio económico, a punto de saltar por los aires. Quienes me honran leyéndome, se acordarán de que no es la primera vez que he vaticinado que la moneda única europea está haciendo ejercicios de funambulismo en una cuerda floja, y estas son las horas, una década después de su entrada en vigor, que le ha entrado al euro un vértigo de aquí te espero.

Diagnosticado sí, pero sin que los curanderos económicos den con la farmacopea que alivie al euro del mal que le aqueja. Mal que, desde lo que yo entiendo de estas cosas, se debe a que la moneda única no tiene, en puridad, un gobierno europeo, sino una docena y media de gobiernos, que anda cada uno a lo suyo.

El señor Obama nos acaba de poner de los nervios diciendo que es posible que en la caja del dólar del todopoderoso EEUU no les quede liquidez para hacer los pagos a partir del mes de agosto. Lo ha dicho en el Senado, añadiendo que están al borde de la quiebra. Yo no veo al presidente americano asustando al personal, por lo que lo que ha dicho me parece extremadamente grave.

Italia ha congelado las pensiones y ha puesto la máquina del estado a privatizar empresas en un intento de frenar los ataques hacia su deuda pública, por cierto, dos o tres veces superior a la española. Además, han puesto en marcha el copago sanitario, a 10 euros por consulta y 25 por urgencias, han reducido la edad de jubilación, han quitado las ayudas por hijo y un largo etcétera más. Ruego tengan presente que hace sólo un par de semanas nadie sabía que Italia estuviera en esa situación tan precaria. Y de una semana para la otra han tenido que tomar esas medidas, ciertamente durísimas, medidas a las que hay que añadir que incluso los políticos, tan mal acostumbrados ellos, se van a quedar sin sus cochazos oficiales y sus viajes se van a reducir drásticamente.

A los seguros de impago (Credit Default Sutvaps- CDS) los clasificó el financiero norteamericano, Warren Buffett como "armas financieras de destrucción masiva" y viendo lo que uno ve y escuchando lo que uno escucha, sólo queda decir que acertó plenamente, pues ciertamente ese "invento" de las agencias financieras, ha resultado estar a medio camino entre el pánico y el terror a todo 100 para la deuda de los países europeos, capaces estas agencias de propiciar en cualquier momento una estampida bursátil, que ríase usted de la que organizan los ñuses cada año, cuando en una desordenada desbandada les da a todos a la vez por cruzar el río Mara. Como esa otra cosa dramática de la economía global, que está resultando ser una hidra, no de siete cabezas, si no de siete veces siete, un monstruo que puede autodestruir el sistema. De momento se está propagando, como si de la peste se tratase, el rumor que quien compra deuda griega está comprando "bonos basura". Y eso sólo quiere decir una cosa, que lo más probable es que el comprador no pueda recuperar la inversión, porque los países que emiten esos bonos están en la más pura bancarrota. Una situación como si cada país tuviera su propia bomba, y al explotar una, las demás explotasen por simpatía, como una fila de fichas de dominó, que si una cae acaba arrastrando a todas las demás.

Fíjense que "la cosa" empieza en el ejercicio de ineptitud del todopoderoso asegurador americano American International Group (AIG) en el año 2008, que cayó como consecuencia de la quiebra de Lehman Brothers. Para intentar frenar la dramática situación de aquel desequilibrio, el estado americano desembolsó nada más y nada menos que 173.000 millones de dólares. Pero aquello, como más tarde se ha visto, no era más que la punta del iceberg. A partir de ahí, la situación económica de la moneda única europea ha ido de mal en peor. Incluso el propio sistema de la deuda americana está siendo severamente zarandeado, con análoga violencia a lo que ya les pasó en aquel aciago 1929.

Vaticinar la ruta por donde va a discurrir la economía europea, les garantizo que es un ejercicio tan arriesgado y tan de poco fiar como sería pronosticar dónde y cuándo un meteoro puede impactar en nuestro planeta. No hay economista en el mundo que tenga la respuesta. Lo cierto, los hechos ciertos son que en poco meses varios países europeos están "con el euro al cuello". Posiblemente el próximo en verse de tales trazas podría ser Bélgica, siendo además también seguro que todo país que llega a esa situación ya puede ir pensando que tardará años en salir del hoyo. Lo de los siete años de vacas flacas que un tal José le pronosticó a un faraón, se van a quedar en una nimiedad, porque las vacas europeas, más que flacas, están con la piel en los puros pellejos.