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Las gaviotas ya no son simpáticas. Hubo un tiempo en el que a las 'gavinetes blanques' casi se las idolatraba como un elemento más del paisaje menorquín y como un reclamo turístico íntimamente ligado a la paz y la tranquilidad que alguna vez hubo en este rincón del Mediterráneo. Pero ahora todo eso ha cambiado, los pajarracos en cuestión han palpado los cambios que ha habido en Menorca y, básicamente, se han convertido en máquinas de cagar algo chifladas y muy encabronadas. Para mí que el exceso de pan con nocilla o bocatas de paté que se dejan tirados los muchachos en la hora del recreo en el colegio les ha trastocado el cerebro tan privilegiado que tienen y les ha cambiado el hábito alimenticio hasta transformarlas en depredadoras.

Hace unos días me quedé embobado, 'assegut a sa vorera', y analizando las idas y venidas de un par de gaviotas. Como si de un documental de La 2 se tratara vi como uno de esos pacíficos animales se comía un polluelo de paloma. 'Pobre', pensé, 'con lo joven que era'. Caí en la cuenta de que, sin ser un experto ornitólogo, de hecho no tengo ni puñetera idea, siempre había tenido la concepción de que estos pajarracos en cuestión se alimentaban a base de pescado y basura. Pero resulta que son carnívoros. Me cuentan que también han visto a algunos de estos depredadores degustando patitos por Calasfonts. Lo primero que me viene a la mente es que, como contaba la semana pasada, a alguien le ha dado por jugar a ser Dios y manipular genéticamente a las gaviotas mezclándoles genéticamente ADN de, quién sabe, a lo mejor un Tiranosaurio Rex, por ejemplo.

Pero si uno se para a pensar que en invierno estos animales sobreviven a base de restos de bollería industrial, bocadillos de salami, mortadela y nocilla, entre otros, que sobran en los patios de colegio es fácil pensar que se hayan vuelto locas. Y lo extraño es que no lo hayan hecho antes.

Creo que la nueva hornada de poetas que pueda dar Menorca debería loar, en lugar de a estos animales con instinto asesino, a los periquitos. Que quizás no son tan autóctonos, pero viéndolos un rato uno se da cuenta de que deben evolucionar mucho para que lleguen a considerarse un peligro real para nuestra seguridad. A parte, seguro que no sueltan las 'cagarades' que regalan las gaviotas.
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dgelabertpetrus@gmail.com