Ante los muy malos resultados cosechados en las elecciones municipales que se han sumado al pésimo balance obtenido en los últimos comicios autonómicos, la cúpula dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya ha decidido presentar su dimisión. (ERC ha perdido más de 78.000 votos y unos 270 ediles). Esta ejemplar decisión no se demoró, ya que el presidente del partido, Joan Puigcercós, se encargó de anunciarla la mañana del lunes tras reunirse su junta directiva. El próximo 1 de octubre ERC celebrará un congreso extraordinario para elegir a los nuevos responsables de esta formación catalana.
En plena jornada de resaca electoral, en muchos medios esta noticia pasó discretamente, casi desapercibida, cuando la verdad es que su difusión merecía una relevancia destacada. Y más cuando el verbo dimitir cuenta con escasa aceptación entre la clase política, apenas se conjuga. La inmensa mayoría de cargos no suele plantearse la posibilidad de renunciar, prefiere conservar el sillón que corresponda y aguardar a que escampe.
¿Cuántos partidos, coaliciones y políticos están dispuestos a actuar como ERC? Se desconoce. En cualquier caso, considero que la severa derrota encajada por el PSOE en las urnas del 22-M debiera traducirse desde ya en una cadena de dimisiones en sus cargos orgánicos. Por una simple cuestión de responsabilidad y de respeto hacia sus militantes y simpatizantes.
José Luis Rodríguez Zapatero ha declarado que se abrirá el proceso de primarias en el PSOE, si bien no se adelantará el congreso que debe dirimir su sucesión. Puesto que semanas atrás ya comunicó que no será candidato para los próximos comicios generales, y sobre todo a raíz de la debacle socialista del 22-M, el todavía líder del PSOE debería seguir el ejemplo de ERC y presentar su dimisión como secretario general del partido, acompañado de la renuncia de la ejecutiva federal, y quedar en funciones. Sería un honroso gesto político en su deteriorada credibilidad. Porque ante la arrolladora victoria electoral del PP, carece de sentido que el vicesecretario general José Blanco salga a la palestra pública para limitarse a afirmar que ahora toca levantarse y que "nos damos plenamente por enterados" del varapalo del 22-M.
Pero no habría que conformarse con el gesto dimisionario de Rodríguez Zapatero. En el caso de Balears, en la cadena de dimisiones orgánicas deberían incluirse los nombres de Francesc Antich, Francina Armengol, Xico Tarrés, Marc Pons y Joana Barceló. Y en cuanto a Menorca, también merecería una valoración positiva la renuncia de los responsables de las diversas agrupaciones locales, excepto las de Es Mercadal y Es Migjorn. Y que permanezcan todos en funciones, como Joan Puigcercós en ERC, para precipitar una más que necesaria renovación interna. Claro que a los nombrados les espera una dura estancia en la oposición y quizá prefieran dar largas al asunto.
Insisto. No creo que presten un buen servicio al PSIB si optan por mantener bloqueada la vía de la renovación. Los Antich, Armengol, Tarrés, Pons y Barceló tienen que convencerse de algo elemental: no son indispensables en la dirección de su partido. Reflexionen y den paso a nuevos dirigentes. Su renuncia a los cargos orgánicos sería una tímida y significativa primera acción en el largo camino que se supone todos ellos querrán recorrer para que el PSIB-PSOE recupere la confianza que le han retirado muchos de sus afiliados y un amplio sector del electorado.
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