Si nos referimos a la siniestralidad publicada, nos encontramos con: 1.052 accidentes, de los cuales, 714 son hombres y 338 mujeres. Del cómputo general, hay que lamentar un accidente mortal, acaecido en la construcción del espigón de la bahía de Ciutadella. Los números que maneja la Conselleria de Treball, nos hablan de un descenso de un 6,3%, y que es el tercer año consecutivo que se reduce la siniestralidad y aduce que es fruto del plan de choque puesto en marcha allá por el año 2007.
Los números son los que son, pero cuando los entrelazamos con la cruda realidad de inactividad, especialmente en el sector de la construcción y en menor medida, en servicios, vislumbramos otros factores que nos permiten tener otra lectura de dicho descenso.
Hablemos de otros factores que han influido en el descenso de la siniestralidad: baja actividad en el sector de la construcción, significa menos accidentes graves. Si la temporalidad y la precariedad siempre son sinónimo de accidente (según las estadísticas se accidentan el doble que los fijos), pues los primeros que han salido del mercado laboral han sido este colectivo.
El miedo a perder el puesto de trabajo, es otro de los motivos del descenso. La presión a la que se somete a los trabajadores para que renuncien a la baja laboral, es el pan de cada día.
La precariedad y la presión que empuja a no acogerse a las bajas por accidente, nos abre el camino a un mundo oculto, un mundo que no reconocen que son los riesgos psicosociales, que en muchos casos el diagnóstico está en el apartado de "no reconoce" que la enfermedad tenga origen en el trabajo.
La prevención que en la mayoría de centros se lleva a cabo es deficiente, y en muchos casos se trata de cumplir con los trámites legales, mucho más cuando hablamos de la formación preventiva, la cual, a la mayoría de trabajadores les parece que les hablan de la luna, atendiendo de lo que les hablan y su realidad diaria: empezando por la organización del trabajo, menos trabajadores, más trabajo, con el subsiguiente estrés, fatiga crónica, envejecimiento prematuro, síndrome del quemado, por no hablar de la violencia en el trabajo y la de género; como vemos todo un mosaico que desnuda las cifras, que no por buenas, no acogen todos los factores y las consecuencias de encontrarnos con casi un 20% de personas inactivas, lo cual nos lleva a no renunciar al pleno empleo, sin renunciar a la seguridad y salud en el trabajo, objetivo único y principal de todos los trabajadores, y que también debería ser el de los empresarios por los beneficios que reportaría al conjunto de la sociedad.
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