Era verano, en la época estival el ambiente de Baixamar se diferenciaba del frío invierno. Las embarcaciones, salían al oscurecer hacia la ladera norte. Era frecuente poder contemplar desde lo alto de las barandillas cómo bajaban aquellos hombres, trabajadores todos ellos procedentes de distintos ramos, en busca del solaz que el puerto les ofrecía. Los había procedentes de todos los ramos.
Curiosamente esta costumbre tan solo la llevaban a cabo los varones, las mujeres, el mundo femenino, quedaba en terra, no estaba bien visto que acompañaran a los hombres en esta clase de festejos. Por bañarse en pel, acompañada de juerga, paraulotes, rallar gras i cantars.
Aquel sábado 4 de septiembre de 1920, se inauguraba el primer viaje del velero Júpiter, de esta matrícula. Lo que hizo que salieran a la calle los mahoneses para contemplar la hazaña. Digo mal, donde acudieron fue a las barandillas o miradores, las balconadas que soportaban cuantos acontecimientos tenían que ver con nuestra rada.
El nuevo pailebote recién construido en los acreditados talleres de los señores Femenías hermanos, según figuraba en las facturas. El Júpiter salió rumbo a Palma de Mallorca donde sería esperado en el puerto palmesano por su concesionario. Los primeros viajes los realizó sin motor. El mismo era construido en Barcelona, haciéndose cargo de su montaje los talleres Parpal.
El Júpiter iba tripulado por cuatro marineros, un contramaestre y su patrón, el prestigioso Jaime Enseñat. El día de su inauguración se hizo una excepción, fueron los tripulantes amigos y familiares del propietario, como excepción. Cargando lastre.
Jaime Enseñad, fue uno de los prohombres mahoneses en cuestiones de la mar. Íntimo de mi abuelo paterno y a la vez de su hijo Gori, del que lamentablemente no supe escribir mucho más de los patrones íntimos suyos, una verdadera lástima. Aprovecho una anotación de diciembre de aquel año que dice:
Como soplaba el viento de proa con gran marejada, no pudimos salir del puerto de Mahón, quedando fondeados en Cala Figuera, permanecimos a bordo, cenando y aguardando llegara la calma, algo difícil, aquella tarde había entrado un falucho procedente de Argel y su arribada fue forzosa. Mientras que el pailebote Antonio Palou que se dirigía a Ibiza fondeó en Calas Fons de Villa-Carlos.
Continúo leyendo… A final de mes, con gran tramontana entraron en el puerto los veleros Paloma y Valentina. Llevaban izadas las banderas a media asta en señal de duelo por el fallecimiento de la señora madre de los armadores señores Arguimbau de Ciudadela.
En la próxima primavera, se encontrarían ventajosas novedades en Baixamar. Se había desplazado a nuestra ciudad un tal Alfonso Güell procedente de Barcelona, hospedado en el hotel Central, provisto de publicidad de motores a gasolina marca Lister de legítima fabricación inglesa adaptable para funcionar a base de gas pobre. Esta marca hasta aquel momento desconocida en nuestra ciudad, fue introducida, primero por su representante y más tarde por el taller que ocupa mi trabajo.
El Júpiter fue uno más de los que disponía de amarre, amén de sus dificultades para trabajar, hubo de competir con las siguientes naves:
Pailebot San Rafael. de 57 Tm. Propietario Pedro Pons Escudero. Andén de Levante.
Pailebot Anita, de 92 Tm. Propietario Miguel Estela Thomás. Andén de Levante.
Pailebot Concepción, 44 Tm. Propietario Antonio Tudurí Monjo. Andén de Levante.
Vapor Antonia, 497 Tm. Propietario Guillermo Goñalons Vidal, c/. del Angel 10.
Vapor Comercio, 278 Tm. Propietario Guillermo Goñalons Vidal, c/. del Angel 10
No sería de extrañar que todos ellos hubiesen sido clientes de Parpal, muy preparados para toda clase de trabajos. Los que sí puedo asegurar que figuraron como tal, la Compañía Auxiliar de Navegación y Dragados S. A. Llegada a nuestro puerto el 5 de diciembre de 1933. Fondeó el remolcador holandés Oostxe, procedente de Bayona. Su capitán don J. Kliuge. Trajo a remolque la desrocadora Ciglope y el remolcador de pequeño porte francés Rienze, que formaba parte del tren de dragado.
Al día siguiente dicho remolcador salió para Argel al objeto de traer material.
Un arduo trabajo les esperaba, plagado de dificultades, entre ellas la imposibilidad de remolcar los gánguiles cargados hasta fuera del puerto debido a la fuerte marejada, aquel día no funcionó la draga, no obstante los trabajadores se hallaron a bordo de la misma, sin perder el jornal. Esto tan solo es la muestra de las muchas peripecias que llegaron a sufrir, produciéndose huelgas. El responsable, el qui mostrava sa cara entre la compañía y los empleados, el ingeniero jefe, señor Zaayer, fue tal su valía entre unos y otros que al desplazarse a Mahón el señor Agustín Barbon Solís felicitó al ingeniero por su noble actitud de atender hasta el máximo posible las peticiones de los trabajadores del dragado.
El día que se inicio la primavera de aquel año la draga llamada Provence fue trasladada frente a la Base Naval, en el lugar conocido popularmente por S'Escull de Sant Antoni. Muy cerca se encontraban las dos desrocadoras; la draga Sebou en las inmediaciones de la Estación de Defensas Submarinas. Estas noticias corrían de boca en boca, los trabajos de dragado seguían a buen ritmo sin interrupción alguna, dando trabajo a buen número de obreros. Padres de familia que como ya era costumbre quan hi havia mancabada, cambiaban las herramientas propias de su oficio, acogiendo las que fuesen con tal de llevar un jornal a su casa.
Al día siguiente la prensa comunicó que empezaba otro turno de 8 horas, o sea de las 8 de la noche a las 4 de la madrugada y así sucesivamente, ininterrumpidamente tres turnos, todos ellos en la draga Provence, mientras que en la Sebou eran dos. Según cálculos, 100 eran los obreros ocupados, distribuidos entre los remolcadores, gánguiles, dragas y desrocadoras con la jornada de 8 horas de trabajo.
Durante los siete u ocho meses que la compañía encargada del dragado permaneció en Baixamar, llegaron a gozar de una buena amistad con los encargados de sección operarios e incluso con su propietario Román Parpal.
Como curiosidad, añadir que el remolcador Toka solía remolcar de un lugar a otro de los andenes al vapor Levante, que hacia las veces de oficina para la dirección de los trabajos del dragado de la Compañía Auxiliar de Navegación y Dragado. A lo que el mecánico de la motora de la Mola añadía que el Levante navegaba desde frente Can Palaa hasta la fábrica del gas y vuelve a girar. Indicándome que dieron mucho trabajo a los cafés del puerto, llegándose a hacer turnos de comidas y cenas. El estanco vendió como jamás lo había logrado y es que aquel Mahón es el que nos agradaría volviera a surgir. Entre los militares que lo habitaban, los empleados de la harinera, los talleres mecánicos, herrerías, assaonadors, carpinteros de pintura blanca, carpinteros de ribera, licoristas, almacenes de coloniales, de maderas, fábricas de jabones, de vinos y aceites, la fundición, el matadero, la fábrica del gas y la eléctrica, pescadores, mariscadores, berguineses, empleados de embarcaciones militares, falueros, porteadores, bastaixos, carreteros…y si añadimos los buques nacionales y extranjeros que llegaban y los marinos y marineros de la Estación Naval y todos los empleados civiles de la Base, nos encontramos con un gran dinamismo, el mismo que hoy por hoy ni se ve ni se encuentra desde el Fonduco tomba, tomba, fins s'altra banda…
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