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25 años de concurso morfológico de la vaca frisona balear han permitido mejorar la raza y la productividad. Las fincas menorquinas concentran la mayor parte de la actividad del sector lácteo balear, que debe ser considerado fundamental para la supervivencia del campo, una de las claves de las que pende el futuro de la economía menorquina. Este factor merece un mayor apoyo de las administraciones a la hora de definir sus políticas agrarias. Y no sólo para garantizar que los payeses mantengan un paisaje singular, imagen y atractivo para los turistas, sino porque el factor económico sigue siendo un valor por el que vale la pena luchar.

La Fira del Camp se ha convertido en una merecida fiesta para la gente de este sector. Mirando atrás se observa la pérdida de peso económico pero también una transformación inevitable, necesaria y positiva para responder a los retos que se plantean cada día. La diversificación, la promoción del queso menorquín, la formación de profesionales jóvenes, el desarrollo de productos alternativos, la mejora tecnológica son aspectos en los que se ha avanzado. De todas formas, la producción láctea sigue siendo un elemento fundamental, insustituible, del campo y de la economía menorquina.